Las tres de la mañana, las sirenas de las patrullas se oían a lo lejos, la detective Inés María Peralta había llegado con su grupo de criminalística al lote donde se encontró el cuerpo masacrado.
-Es el tercero en el mes.
-Inés… este caso es para ti y para tu
gente. ¿Te importaría encargarte de
esto?
-No. Ya estoy acostumbrada. ¿Hay alguien
más en la lista de posibles blancos de atentados?
-Un joven doctor puertorriqueño, que
estuvo en lo de su país hace cinco años… le dice algo este nombre ¿Álvaro
Gammett?
-Sí, para mi desdicha, lo conozco. –dijo
la sargento levantándose y cerrando la bolsa que contenía lo que quedaba del
infortunado… estuvo en lo de Causa Justa y yo era parte de Reacción Inmediata…
una causa que nada tuvo de justa, porque muchos tuvimos que dejar todo atrás y
empezar de cero… como yo… en fin…
-Ha recibido llamadas anónimas, correos
amenazantes, en fin, pero nunca se han atrevido a secuestrarle… No se han
podido rastrear.
-Mañana iré a su clínica, no tengo
arrugas que esconder, pero si me hará bien recordar viejos y locos tiempos.
AL
DIA SIGUIENTE…
La secretaria se sorprendió al verla, la
sargento no parecía tener problemas con su rostro ni con su físico, era la
típica latina considerada por los gringos, bomba sexual, pero ella lo desmentía
con vestidos sobrios y de colores pasteles, que acentuaban lo que ella
celosamente intentaba esconder.
-Buenos días, señorita.
-Muy buenos días, ¿en qué le puedo
ayudar?
-Busco al doctor Álvaro Alejandro
Gammett…
-¿Tiene cita?- preguntó la chica
buscando el libro de registros.
-No, pero es una visita oficial. –dijo
mostrando su cartera con la identificación de la policía. –Soy el sargento Inés
María Peralta, del precinto 27, Distrito 38 Hialeah. Necesito hacerle un par de preguntas.
-Inmediatamente, sargento. –Dijo la
chica intimidada, ante la presencia de la detective. –Espéreme aquí.
La chica entró al consultorio, pálida, y
se acerco al escritorio del hombre.
-Doctor, lo busca el sargento Inés
Peralta, del Departamento de Policía de Miami… ¿La hago pasar?
Al escuchar el nombre de la mujer que
nunca se había apartado de su
pensamiento…Inés… la mujer que le salvo la vida aquella horrible noche en la
Comandancia de las Fuerzas de Defensa… Cinco años… sin saber qué había sido de
ella y ahora la vida… los volvía a poner frente a frente…
-Hazla pasar… Gracias, Lilia.
Unos instantes, después entraba la mujer
que no se había ido de su pensamiento, desde aquella horrible noche… la noche
en que su vida y su corazón le pertenecieron a ella, por entero… a pesar de que
entre ellos nunca hubo intimidad… cinco largos años no habían borrado su rostro
ni su figura de su pensamiento. Tuvo
amoríos, serios algunos, otros no tanto, pero nunca pensó en casarse con nadie,
porque ese puesto solo lo ocuparía ella… ella y nadie más.
-Ha pasado mucho tiempo… Inés.
El que así le hablaba, era el doctor Álvaro
Alejandro Gammett, cirujano puertorriqueño de unos treinta años, bronceado,
buen mozo, y dueño de unos ojos ámbar cuyo mirar hacia que las muchachas
bajaran la vista… la chica tenia veintisiete años, cabello castaño y ojos
marrones… menuda de estatura.
-Mucho tiempo… desde aquella noche…
aquella noche en que todo lo perdí. –dijo recordando lo ocurrido luego del
rescate, el incendio de la casa condenada donde muriera su familia, ante la
risa de los batalloneros que la cercaban…y de los cuales se defendió a punta de
balas y cuchillazos sajando gargantas y atravesando pechos de donde arrancaba
corazones… la sangría que baño su uniforme gris…
-¿Qué te trae por estos rumbos? Sospecho
que no es visita social para recordar viejos tiempos, menos para retomar algo
que nunca se olvidó del todo, al menos por mi parte.
-La ola de crímenes sangrientos que se
han dado en las últimas semanas… tu nombre está en la lista.
-Lo sé, desde hace dos semanas estoy
recibiendo esto. –Le mostró un sobre con varios correos electrónicos
amenazantes. –La verdad, al principio lo tomé a broma, hasta que me mandaron
esto. –Le mostro uno que tenia las fotos del descuartizado recién encontrado
por la policía. –dice que el próximo seré yo… y hasta con lo primero que
empezarán.
Al leer aquello, Inés sintió un
escalofrío… tal vez detrás de esto estaría el responsable de la muerte de su
familia… aun recordaba los cadáveres achicharrados de su madre, abuelos y de
sus hermanos menores… incluso de la bebé que nació hacia unos meses antes de la
Invasión…
-Tenemos que detenerlo antes de que
llegue a ti. Se está pasando, y yo no voy a darle paso para que siga llenando
de sangre las calles.
La palidez del rostro de la chica, le
dio a entender que algo de esas graficas tocó el corazón de la escamada
policía. Intentando aligerar la
atmosfera, que se había vuelto pesada…
-Imagino que tienes que interrogarme
sobre esto… por qué no vamos a almorzar a alguna parte, y hablamos de esto. Son
casi las doce, me muero de hambre.
-No hay problemas…
Salieron a un restaurante cercano… Inés
se proponía llegar hasta el final… no era justo que mataran todos los veinte de
cada mes. Y tenía que detener al que
estuviera detrás de estas muertes tan horribles y sin razón.
-¿Desde cuándo te está pasando esto?
-Yo tengo más de un mes en este lio… al principio no quise darle
importancia… pero al ver que varios amigos que participaron en aquello, sufrieron “accidentes fatales” empecé a
preocuparme, lo último, atrajo la atención de la policía, por fortuna. Yo estoy preparado… recuerda que fui SEAL.
–dijo mostrándole una nueve milímetros.
-¿Tienes permiso para portar esto?
-Sí.
Tengo también conmigo mi Kalash… por si cualquier cosa… Se cuidarme,
Inés.
-Discrepo contigo al respecto. Yo fui de Reacción Inmediata, y no pretendo
quedarme mano sobre mano, mientras ese pillo se ríe en nuestras propias
narices… me temo que si halo del hilo lo suficiente, descubro quien estuvo
detrás del incendio que mató a mi familia.
-¿Qué piensas hacer?
-Conseguir autorización judicial para
poner micrófonos en los teléfonos de tu casa y de tu consultorio… rastrearemos
las llamadas… No voy a darle paso, si puedo impedirlo.
DIAS DESPUES…
Los peritos de criminalística, colocaban
los micrófonos dentro de la casa del doctor.
-Listo, ellos ni se imaginan que los
vamos a rastrear.
-No estaría tan segura, Martell.
-¿Por qué, sargento?
-Porque esta gente siempre se adelanta a
los acontecimientos… están quietos, saben que no nos hemos descuidado. Las
calles hierven de policías…
-Intentarán acercarse a él…
-Es posible, si lo hacen los estaremos
esperando…
-Tengo el último informe forense…
sargento. –dijo la oficial Rebeca Mansilla.
-¿Qué hay?
-Las huellas son de una persona que
tiene problemas hepáticos serios… las huellas no se aprecian bien por las
ampollas.
-Ya es algo, Miami es grande, y no van a
esconderse toda la vida… No pueden habérselos tragado la tierra.
Durante seis semanas, no hubo avance
alguno, el caso se estaba estancando, Inés se estaba desesperando, aunque Álvaro
tenía excusas para ir a verla constantemente, una tarde…
-Parece ser que tenemos una lista de
posibles sospechosos, tarea de paciencia, pero creo que tenemos ya menos que
buscar.
-Vamos.
En la computadora, fueron desfilando uno
a uno todos los sospechosos…
-No hay antecedentes…No puede ser que
todos estén limpios. –dijo con frustración Inés, que sentía que el caso se le
estaba escapando de las manos.
-Con algo tenemos que dar, jefa, no se dé
por vencida… usted no es así… Siempre fue una mujer que va detrás de su presa así
tenga que ir al cielo y regresar.
-Este maricón es mas resbaloso que una
guabina… pero le he de atrapar, a eso
ponle la firma.
Una patrulla que estaba en ronda
nocturna, sorprendió a unos sospechosos, rondando ceca de la casa del Doctor
Gammett, inmediatamente fueron conminados…
-¡Alto, policía!
La respuesta fue una lluvia de balas,
pero las oficiales que estaban de patrulla no eran precisamente malas
tiradoras, y se llevaron a uno… el otro murió achicharrado dentro del auto…
-Qué mala suerte…
-Por lo menos, tenemos identificados a
los dos gaznápiros que vinieron a hacer su fiesta de sangre con el doc… -dijo
una de las oficiales, entregándole una cartera a la sargento Peralta.
-Luis Franco… y Alberto Pérez
Yángüez. Nadie que tenga que ver con el
fantasma de mí pasado… que estoy esperando…
-Mire esto, sargento…
Una foto raída… era su padrastro… y
ahora se daba a conocer…
-Es el cabecilla, le llaman el
“Carabalí”.
-Llévense a la morgue esta pila de estiércol…
apestan. –Dijo la chica, con gesto de desprecio a los cadáveres que se llevaban
en bolsas… -Solo verlos me dan ganas de vomitar.
-De inmediato.
-Aun no superas eso… -dijo el Capitán
Segal, que era el encargado del precinto.
-No, la manera como murió mi familia, no
me deja vivir… no olvido los gritos de mis hermanos y el llanto del bebé que
recién había nacido hacia tres meses cuando aquello pasó… Tengo que cobrar las
lágrimas que he derramado desde ese día, me culpo por no haber podido salvarlos
cuando debí.
-No te flageles por eso… no tenías idea
de lo que iba a hacer ese tipo con tu madre y tus familiares… Tienes una
carrera, amigos, y tal vez, alguien que realmente te quiere…
-Álvaro.
-Sí, no he hablado con él, pero estimo
que debes escucharlo y darle la oportunidad de que te diga cómo andan sus
sentimientos… No esperes a que sea demasiado tarde… Inés, eres una mujer bella
y harías feliz a cualquier hombre… No te entierres emocionalmente… por favor.
Álvaro, guapo, rico, con futuro, era uno
de los cirujanos plásticos más prestigioso, después de los mimados de Palm
Beach, que también estaban en la lista…
-Oigo…
-Tenemos la marca del arma que estaba
entre los hierros del carro quemado… es una Beretta calibre 45, el numero es
A474924
-Arizona… fue adquirida allá…
-Sí… Ya sé que mi padrastro está detrás
de esta cosa, pero le voy a dar una sorpresa… creo que ya se quien será su
próximo blanco… pero no lo voy a dejar consumar su fechoría… ha llegado el
momento de convertirme en NEMESIS.
Inés regresó a la casa, sabía que el
intruso estaría por allí, y vio a Álvaro con un batín azul puesto, era lógico
que estuviera así a las once de la noche… sorprendido al ver a la detective,
supo que el tipo seguía rondando la casa.
-No se ha ido…vuelve a tu habitación, yo
monto guardia…
-Inés… Puede matarte.
-Haz lo que te digo, recuerda que allá
lo que te dije, te salvo la vida…
Y no se equivocaba… allí estaba,
esperando el momento de entrar cuando se fueran las patrullas… con tan mala
suerte que… al intentar ingresar, las que estaban afuera vigilando… dieron
cuenta de él… se escucharon dos disparos.
-¡Bang! ¡Bang!
-¿Qué fue eso?
-Iré a ver, no salgas… creo que se me
adelantaron…
Y así fue… una de las oficiales vio a un
hombre intentando ingresar a la propiedad y le disparó… matándolo
instantáneamente… Le quitó el
pasamontañas al cuerpo que se hallaba tendido en el suelo con dos boquetes en
el pecho y abdomen. Era su padrastro.
-Lo sabia… él no se había ido… regresó
cuando creyó que todo mundo se iba… Buen trabajo, Inés, una vez más gana su
intuición. Bien hecho… NEMESIS….
Inés se sentó en el borde de la acera… sentía
la boca seca y la adrenalina haciendo estragos en sus mortificados nervios…
-Una vez más… me salvas la vida… Inés…
como te pago eso… como un SEAL le paga a una heroína el salvarle… cómo.
-Creo que el capitán Segal tiene razón…
Nos debemos una oportunidad… es hora de enterrar el ayer… Hora de retomar lo
que nunca pudo concluirse.
Las patrullas se iban y la ambulancia
del forense se llevaba el cadáver del terrorista…
-Ya no podrás volver a enturbiar mi vida… estoy libre de tu presencia, fantasma. –dijo cerrando la bolsa que contenía
el cadáver del asesino y regresó a la casa… regresó a la vida… que había vuelto a conquistar.