CAPITULO II
ENTRETANTO
EN LOS ARCHIVOS POLICIALES, MARELKA ROJAS ENCONTRO ALGO.
-Este puede ser nuestro posible asesino
fantasma… Rebecca Langdon… tiene antecedentes de consumo de droga, arresto por
prostitución clandestina, robo y agresión con arma blanca… toda una prenda.
-Fue la mujer que identifico el vecino
de Harrison… al menos ya no estamos buscando un fantasma… y esta ya atacó a una
de las nuestras…
-La que trato de matar al capitán
Lancaster… y agredió a Dácil cortándole la cara… No estamos tratando con una
improvisada… tal vez quiera volver por él…
-No lo creo… ella no está dispuesta a
dejar que ella termine lo que empezó... Y la verdad, no entiendo porque un
hombre como él se involucró con esta… prenda.
-Oigan, no le juzguen con tanta acritud,
tal vez no le dijo en realidad quién era… hay mujeres que esconden su pasado. Por
cierto, Dácil me confió que el capitán Lancaster le pidió que se casaran… y
esta que se muere de miedo.
-Y no es para menos, aunque no es un
pelao veinteañero, el viejo esta que le “zumba el mango”… con esos ojos verdes… y esa estampa… el tipo
es gallo juga’o
-Y todavía esta de comérselo en un
sándwich, nada mas mírenlo en el polideportivo… cuando hace pesas o nada… tiene
un cuerpazo que le daría envidia a cualquier jovenzuelo.
EN
EL PRECINTO… VANCE FUE A BUSCAR A DACIL A LA PLANTA DE OPERADORAS 911.
-Dácil, te busca el jefe.
-Voy. –dijo la chica, quitándose el
audífono. –Este hombre cuando se encapricha es más insistente que un mosquito.
Y lo vio, como siempre, elegante,
atildado, apuesto… seguro de si mismo… y los suspiros que causo cuando las chicas
lo vieron… una de ellas, puertorriqueña, se acercó a Dácil.
-No pichées, Dácil, eso es un pay… te
corto las orejas si le dices que no… es la oportunidad de tu vida.
-No creas que no lo sé… por desgracia la
competencia en la calle está dura… O tomo una decisión ahora, o me faltara vida
para arrepentirme.
Y salió de la oficina… cruzando hacia el
comedor.
-¿Ya estás para salir de turno?
-Sí… creo que ya tengo una respuesta a
tu propuesta…
-Podemos discutirlo en otra parte. –dijo
sugerente. Que tal la cafetería frente al precinto… imagino que tienes clases
en la Universidad más tarde.
-Sí…
Y tomando su cartera, porque ya había
finalizado su turno como operadora, salió con él, ante la envidia de sus
compañeras.
Al
llegar a la cafetería, Vance la miró tiernamente… una mirada que hizo temblar
el corazón de la chica. Esta suspiró, tenía
que salir de eso ahora, si no lo hacía la tortura continuaría.
-Anoche tuve tiempo de pensar en lo que
me propusiste… y es cierto, yo estoy sola, tú también, y aun no sabemos quién
es la que quiere matarte o el que quiere matarte, en caso de que sea hombre… y
no pretendo quedarme esperando que culmine lo que no le dejé terminar… me
tasajeó la cara, pero con gusto me dejo matar si es por salvarte.
-¿Es eso un sí?
-No he terminado de hablar… -dijo la
chica. –Según ustedes, la chica que te salva tres veces, se queda con tu
corazón. Yo nunca tuve nada que fuera
realmente mío… creo que es el momento de empezar a construir un futuro lejos de
tanto dolor, de tanta soledad… de tanto rencor… Sí, qué sea lo que Dios quiera. Si tu amor, es lo que me hace falta, estoy
dispuesta a comprobar si es cierto.
Vance sonrió… sabia que a ella le
costaba un mundo darle el sí… un sí que recibía con todo el amor y la ternura
que era capaz…
-Qué me costó convencerte… cinco años y
tres atentados. No tendrás queja de mí, princesa… te haré tan feliz, que no tendrás
tiempo de estar triste.
Se acercó a la chica y envolviéndola en
sus brazos la beso apasionado, sin importarle quien estaba viéndolo. En ese momento, llegaba el blindado de SWAT,
de él se bajó el capitán Kyle (Steel) Lancaster, quien dirigía el grupo
antiterrorismo.
-¿No ha visto a la oficial Quirós?
-No, después del último susto que tuve,
no la he visto, y quiero hablar con ella… eso no puede quedarse así… es mi última
oportunidad de enderezar el caos que es mi vida… un caos que tengo por ser tan
descuidado conmigo mismo.
-¿Te refieres a aquella mujer con la que
te enredaste hace dos años, y casi pierdes la placa?
-A ella me refiero… ni cuenta me di
cuando me encamé con ella, y a la semana, quedo mudándose conmigo… luego, sacó
las uñas… quise casarme y más vale que la pelea que tuvimos, por la cual casi
mancho mi historial, me hizo abrir los ojos… Crismary es lo que yo necesito.
-Bueno, la oportunidad esta frente a ti…
mira, ya sale.
En ese momento, ella salía del precinto,
era operadora como su hermana Cruz, y también parte de la fiscalía. Él se
acercó a la chica, que en ese momento se dirigía a tomar un taxi.
-Hasta que por fin vuelvo a verte.
-Comandante… yo…
-Me has esquivado toda la semana… desde
lo ocurrido hace tres semanas… No creo haberte hecho nada para que me
evites. Solo decirte que teníamos una
conversación pendiente…
-Conversación para la cual no estoy
preparada… se que cometí una falta, ya que no soy parte de su equipo, pero no
pueden pedirme que no auxilie a un compañero que se encuentre en peligro,
aunque estuviera de día libre. Y lo que
sienta o pueda sentir por mí… esta fuera de consideración.
-Ni pienses que voy a dejarte ir después
de haberte visto. Voy a cambiarme, espérame.
Podemos ir a la cafetería del frente, hay algo importante que debo
decirte, que debes saber antes de que hagas cualquier cosa que nos afecte a
ambos.
-Tú como que tienes también tu lío por
ahí…
-¿Cómo sabes?
-Por la manera como miraste a la oficial
Quirós… te recuerda a la otra chica a la que casi le arrancan la cabeza por
evitar que te dejaran como el que encontraron en el río.
-No la he visto… y quiero verla… ella está
sola, yo también, y hay un asesino allá fuera esperando por uno de los dos…
juntos somos invencibles, separados, nos vencerán fácilmente, y además, para
qué mentirme… me gusta demasiado…
-No sigas diciendo más, que me
contagias. –sonrió Caryll Kane, hermano del doctor Joe Kane III, y tercero al
mando en el equipo antiterrorismo. Yo también
tristeo por una de esas chicas… pero creo que ella no…
-No digas eso, tú te la pintas solo, al
igual que tu hermano para conseguir atención femenina… y si no lo crees, por
que alguna que otra te guiña el ojo y otras no quieren ni mirarte por que tu
brillo le hiere los ojos. Yo estoy más
que seguro que ella te quiere, si no fuera así ¿cómo se explica que ella se
enfrentara a aquella que casi te rebana… a punta de revólver? Y el mismo día que el cortador de cabezas también
fue atacado y la oficial Icaza resulto lesionada en la cara… amigo, si eso no
es amor, no sé que cosa será lo que te demostró.
En ese momento salía María de los
Ángeles Rosales Jaén, una de las chicas que iba con Dácil el día que atacaron a
Vance, junto con Carla Rebeca.
-Tienes que salir de eso, Mary. Caryll
es una tentación con pantalones y lo vas a perder por lenta.
-No me atrevo a hablarle. Sé que no puedo seguir así, Carla.
Y fue en ese momento que lo vio… con su
uniforme azul marino casi negro, el chaleco anti trauma y su casco. Y esos ojos
iridiscentes que prometían tantas cosas… y supo que ninguna de las dos
escaparía de la tan temida plática de la que hablaban hacia unos instantes.
-Hola, María. No creo que ahora quieras esquivarme.
Carla sintió que Devon se le acercaba,
inexorable, suspiró, antes o después, tenía que salir de aquello.
-No vas a saludarme… ¿Carla?
Devon era rubio, de ojos intensamente
azules. Y a pesar de su mirada tranquila, en su corazón y sangre rugía un
volcán.
-Hola, Devon. No es que te esquive…
tenia mucho trabajo en estos días. –Y mirando a Mariángeles, le dijo –Hasta
mañana, amiga, creo que me van a dar un aventón hasta mi casa.
Mariángeles no quería quedar sola con
él, pero si no se enfrentaba antes, no podría quejarse si lo veía con otra.
-Vamos a la cafetería que está
cerca. Así podemos conversar con mas
privacidad.
Llegaron a una cafetería donde hacían
los bagels con queso y jamón mas deliciosos de la ciudad, además de ser famosos
por sus donas rellenas de manzana, pera, piña y vainilla, además de hacer un
chocolate caliente y unos capuccinos deliciosos.
-¿Qué deseas tomar? Yo pago.
-Un capuccino de vainilla y una dona de
vainilla tambien.
-¿Te parecería un bagel con queso y
jamón? Debes tener hambre.
-Esta bien.
Al esperar por sus pedidos, Devon le
tomo la mano por encima de la mesa.
-Carla… sobre lo que pasó la semana
pasada, necesito que hablemos. Eso que
hiciste me llegó al alma…
-Era mi deber… no podía dejar a un
compañero en problemas… estabas en peligro… por eso lo hice… sé que no debí por
que no es mi trabajo, soy operadora de radio, administrativa, no operativa. Tuve
suerte de que no me sancionaran.
-No creo que haya sido por deber que me
hayas salvado. Carla, te lo voy a poner sencillo… tu me quieres.
-¿Cómo das por sentado algo que ni
siquiera sabes? Yo no te he dicho nada.
–dijo sorprendida ante la salida del muchacho.
-No tienes que decirme nada, lo leo en
tu mirada cuando me miras. Carla, qué
tan malo puede ser que seamos pareja sentimental… te gusto, me gustas, te
quiero, me quieres… estamos solos, ¿por qué no compartir nuestra soledad y
acompañarnos?
El reto apasionado de aquellos ojos
azules que la miraban fijamente exigían una respuesta de su parte, por su mente
pasaron las escenas de aquella noche, donde casi le tasajean la cara como a
Dácil si no hubiera rodado sobre si misma y le hubiera hecho soltar el cuchillo
con un golpe en la muñeca. Aquel
cuchillo estaba en un cajón en el departamento de custodia de evidencias y
pruebas.
-¿Crees que resulte? Tenemos trabajos
absorbentes que demandan nuestro tiempo… como combinar eso con una relación que
implica también dedicarle tiempo… no eres el tipo de hombre que se conforme con
migas.
-Intentémoslo, Carla Rebeca. No perdemos
nada con ello, he tenido tiempo de pensar lo nuestro, Eres una buena mujer, que
ha luchado mucho para lograr lo que tiene. Se que soy capaz de amarte intensamente…
Carla recordó su pasado… un pasado lleno
de luchas, dolor, soledad y todo tipo de privaciones… como tuvo que dejar su
país, su familia, o lo poco que quedaba de ella… tres urnas con cenizas, un
corazón lleno de dolor y un futuro incierto…
-¿Cómo saberlo?
-Déjame amarte. Es la única manera de
demostrarte lo que siento por ti.
Habían terminado la breve cena, y Carla
decidió darle una respuesta, su vida había sido un páramo solitario desde que
murió su madre, sus abuelos y su hermanita pequeña. Por qué negarse a ser feliz junto a un hombre
que tal vez no sería perfecto, pero que en el brillo de sus ojos le prometía un
futuro lleno de promesas, pero también lleno de amor.
-No tengo muchas alegrías para compensar
las inmensas penas que me agobian, salí de mi país con tres urnas llenas de
ceniza y el corazón en carne viva por el dolor y la soledad… no se si pueda
amarte como deseas, pero estoy dispuesta a intentarlo… quizás tu amor me haga
olvidar todos mis fantasmas.
Devon sonrió… esa sonrisa suya valía más
que mil palabras… se levantaron de la mesa y le puso su chaqueta alrededor de
los hombros.
-Te llevaré a casa, mi amor.
Carla salió con él… iba silenciosa, y
lagrimas tibias corrian de sus ojos, por su rostro. Habia puesto sus cartas
sobre la mesa. Llegaron a la residencia donde vivía, junto con otras
compañeras.
-Aquí me quedo…Hasta mañana…
-Eh, espera. –dijo atajándola por una
mano. -¿Te despides así?
-Devon… yo…
Se le acercó… era muy alto, tanto que
ella parecía una frágil muñequita, la envolvió entre sus brazos… y apretándola
con suavidad la miró…
-Te quiero… te quiero demasiado.
Y sus labios cerraron tiernamente los de
ella en un beso sensual, apasionado… al igual que el abrazo en que la tenia
envuelta… Carla suspiró… y rodeo la espalda masculina con sus brazos. Respondió a aquel beso como pudo, dada su
inexperiencia… el levantó la cara…
-No sabes besar. Te enseñare.
Devon la volvió a pegar a su cuerpo…
ella sintió como el cuerpo de él reaccionaba a la suavidad de ella... y como
sus labios exploraban con cuidado, suavidad y sin prisa los de ella. Un beso
tierno, deliciosamente sensual y tibio.
-Aprenderás a quererme… tendré mucho,
pero mucho que enseñarte… te amo, Carla… te amo.