CINCO
DIAS DESPUES…
Ocho de la noche, Cruz María iba en una
patrulla cuando intempestivamente…
-A todas las unidades disponibles,
intruso en el 3219 en la avenida 42 y Ventura, cerca a muelle Rainbow Cove.
Y los autopatrullas salieron disparados
hacia la dirección indicada, incluyendo el suyo. Cruz María intuía que la
situación no iba a ser fácil.
-Dios, que no sea lo que yo estoy
pensando…
Llegó a la casa de Kent. Entró con
cautela al lugar, que se encontraba oscuro a esa hora, en medio de un silencio
pesado que se podia cortar con un cuchillo. Conteniendo la respiración se fue
internando en el interior de la casa… escucho en ese momento un gemido,
proveniente de una de las habitaciones… guiándose por el mismo llego hasta una
habitación amplia, y vio algo que no podia creer.
Una mujer desconocida, en ese momento
tenia un hacha levantada, y Kent estaba atado, desnudo… y Cruz María vio para
donde se alzaba el hacha… cosa de segundos…
-¡Alto, policía! ¡Suelte el hacha y
camine hacia mí con las manos en alto, ahora!
A duras penas pudo agacharse y esquivar
el hacha que voló hasta estrellarse contra un espejo reventándolo por la mitad…
arrojándose al piso le disparo desde esa posición, alcanzándola en un brazo,
pero la mujer salió por una de las ventanas de la habitación, perdiéndose en la
oscuridad.
Kent miró hacia un lado de la habitación
intentando desatarse cuando vio a Cruz incorporarse…
-¡Cruz! ¿Qué haces aquí?
-Avisaron por radio de movimiento
sospechoso en esta casa, apuesto que fue uno de tus vecinos metiches, aunque
ahora, bendigo que sean entrometidos. –Y lo soltó de donde estaba, el se
incorporó sin importarle que estaba desnudo.
-L9247, estoy en el lugar del hecho, la
sospechosa va herida en un brazo, posiblemente no pueda conducir bien… rehén
asegurado y a salvo… por ahora…
-10-4, hago un 10-6 a la misma.
-10-4.
Ruborizada, con la adrenalina a mil, se
dirigió a la sala y encendió la luz, dándole tiempo a Kent, a cubrirse y así
calmar su maltratado recato.
En ese momento, llego Ornella junto con
el resto del equipo… la casa quedó llena de policías, junto con los de
criminalística… y también Dácil.
-Poco falto para que en lugar de la
sajada, hubiera sido una mano o un brazo menos.
-No la dejé… allá está el hacha en el
suelo…
-Hermana, esto es serio… que no te pase
lo que a mí… no quiero que tú seas la siguiente… A mí me sajaron con un
cuchillo, lo tuyo es peor…
-Lo sé.
Vance también llegó en el grupo… y se
acercó a su hermano.
-Lo primero que te dije, y lo primero
que haces…
-No me regañes, he pasado un susto
mayúsculo con esto.
-De no haber aparecido Cruz, ahora
estuviéramos recogiendo lo que quedaba de ti, después de lo que te hubiera
hecho esa… me imagino que fue de esos ligues de pub y taberna a los que estás
tan acostumbrado.
Kent miró la severa cara de su hermano
mayor… sí, era cierto, era afecto a las aventuras de una noche, pero por alguna
razón, con Cruz se había abstenido.
-Tú también tenías tus aventuras.
-Muy diferente, yo buscaba mujeres más
tranquilas, no la clase de chicas en “tecnicolor”
que buscabas tú. Dácil a pesar de la
marca en su rostro, es una mujer seria y decente… Kent, arregla tus cosas con
Cruz… hazme caso. O la próxima vez, tendré que recogerte con pala. Si no es que
antes te contagian de SIDA.
Dácil se acercó a Cruz María, que estaba
sumamente pálida.
-¿Pudiste verla?
-Sí… se trata de la misma que acuso a
Kent de acoso sexual antes de que empezaran a pasar estos accidentes… no quiero
pensar que se trata de la misma persona que estamos buscando.
-Ariane Papandreou… esa tuvo un caso de
escándalo por violación primero y acoso sexual después… lo de violación fue por
uno que termino robando medicamentos del hospital. Y el está en estos momentos,
preso.
-Allí fue donde volviste a ver a Kent… y
ahora, con esto… Si es ella, creo que este asunto terminará siendo personal.
-Es lo que temo.
-Me imagino que entre eso y saber que
duerme sin ropa, te tiene con la adrenalina en alta.
-No puedo evitarlo. Me odio por
esquivarlo, cuando quisiera todo lo contrario.
-Ármate de valor e inténtalo. De
situaciones así, han salido grandes amores y maravillosas pasiones.
Kent se acercó a Cruz María. Y esta se dio cuenta de algo.
-Cruz, esta situación entre nosotros, no
puede continuar así. Casi estuvo a punto
de matarte, si no hubieras sido más agil.
-Lo sé. No puedo hacer nada, mientras
ese asesino este en la calle, no voy a dejar que se te acerque. Y si por mi cuenta fuese, prefiero que me
haga cualquier cosa, que recogerte con pala convertido en pedacitos. Yo me
puedo defender, soy heroína nacional, pero eso a ese condenado le importa tres
soberanos pepinos.
EN
LA CARCEL DEL CONDADO… UN HOMBRE MIRABA EL CIELO RASO DE SU CELDA…
-Otra noche más… hasta que me enjuicien.
El que así pensaba era el doctor Ken
Torrance, quien había sido acusado por violación y robo de medicamentos en el
hospital, en esos momentos esperaba su juicio.
Nadie había creído en su inocencia, porque ya había sido acusado por
otra enfermera, del mismo delito… Lo que no imaginaba era que esa sería su última
noche vivo.
Lo despertó el sonido de la llave del
carcelero. Le habían traído la cena.
Pero curiosamente, no tenía hambre… pero para no despreciar la cena, la
aceptó. Lo que no imagino es que esa, sería
su última cena…
-A ver, que me trajeron aquí…
Un vaso grande de café y una caja con
donas… demasiado inocente, para ser cierto… el fue comiendo poco a poco el
contenido del mismo… hasta que un fuerte dolor en el estómago lo sorprendió y
no le dio tiempo a recuperarse, al mismo tiempo que empezaba a echar espuma por
la boca… y se derrumbo en el piso como un saco de papas.
El custodio del piso donde estaba la
celda del recluso, se acercó al escuchar el golpe que hizo el cuerpo al caer… y
al verlo… aviso al que estaba en la sala de guardia.
-Llama a la policía… Torrance acaba de
fallecer.
-¿Estás seguro?
-Si, y no se qué fue lo que le pasó.
Hace unos segundos le trajeron la cena…
-¿La cena? Pero si la cena fue hace tres
horas….
-Entonces… fue un atentado…
-¿Pudiste ver quien lo trajo?
-Era un muchacho con un pasamontañas… no
pude verle la cara… esto me va a costar el trabajo. Si es que no me fichan como
sospechoso también.
Las patrullas llegaron a la prisión, asi
como llego tambien el carro de la fiscalía general.
-¿Pudo ver quien le trajo eso?
-Un muchacho con un pasamontañas. No
pude verle la cara, y dijo que el recluso fallecido era su tío.
-Extraño, tengo entendido que la única
hermana que tenía este tipo, no tuvo hijos.
Además, el recluso no tenia más familia que ella.
Marbella Parra, una de las peritos
criminalistas se agachó para tomar el vaso de café que había bebido el recluso
antes de morir.
-Matarratas. –Dijo después de oler el
vaso. –Eso se lo mezclaron con el café. No se dio cuenta, porque con el azúcar,
el sabor se disfraza… Pobre tipo, lo que debió haber sufrido.
Metio el vaso en una bolsa con cierre
hermético y le puso una etiqueta con un número… mientras se llevaban el
cadáver… Con este eran ya diez los
muertos que llevaba aquel asesino, un policía herido y un caso sin esperanza de
resolverse.
-Se lo frustrada que debe estar, doctora
Robles, pero este piojo hediondo, se escapa riéndose de nosotros.
-Es mas resbaloso que una guabina en rio
de agua dulce… pero no toda la vida podrá correr.
Cruz María al ver el cadáver del antiguo
rival de Kent, no pudo evitar estremecerse… ahora más que nunca debía estar
cerca de él… esta mujer no jugaba a los dados.
AL
DIA SIGUIENTE… TODOS EN EL HOSPITAL ESTABAN ENTERADOS DEL ASESINATO DE
TORRANCE.
-Increíble… aun no esclarecen que fue lo
que lo mató.
-Lo peor es que se fue sin pagar su
crimen. –dijo un doctor de ascendencia egipcia, a quien por mucho tiempo
pusieron a subir y a bajar escaleras por ese delito. O sea, que lo cancelaron
antes de que el juez dictara sentencia, es un asco.
-Karim, sé que esto te frustra, por el
mal rato que pasaste, pero ya sucedió… ahora falta ver quien le llevo la cena
envenenada. El que va a estar en el ojo de la tormenta fue el custodio que la
recibió y el que se la llevó, sin revisar qué llevaba, y ni siquiera pedir
identificación. A ese, seguro lo
despiden.
-Por cierto… ¿a ti no te atacó también
la “castradora”?
-Si, pero un policía motorizado, que
pasaba esa noche por allí, lo impidió. Y se llama Atenas.
-Como la capital de Grecia, ah, bribón.
–le dijo Kent palmeándole el hombro…
-Si, lo que pasa es que no la he vuelto
a ver desde ese día. Y la imagen de su rostro no se va de mi mente…. Y ni idea tengo del precinto donde trabaja.
-¿Por qué no la has buscado? –pregunto Joe
Kane.
-Cobardía. Tengo miedo de que me
rechace.
-Yo que tú, me arriesgo, Karim. Estas
chicas son diferentes a las que estas acostumbrado a tratar… y no dejes escapar
a quien puede hacerte feliz… por timidez o por orgullo.
-¿Tú sabes en que precinto trabaja
Atenas?
-El mismo donde trabaja Marelka, la
chica que me tiene cautivado, y la que tiene cautivo a mi hermano. Si quieres,
voy a buscarla, y arreglo el encuentro de ustedes.
-¿Harías eso por mí?
-Que no hace uno por los amigos.
-Gracias, hermano. –Lo abrazó
fuertemente, sabía que Joe Kane era no solo un buen jefe, sino un amigo
excelente, de esos que en todo momento se podía confiar.
ESA
NOCHE… ATENAS SALIA DE TURNO CON MARELKA Y CARLA REBECA.
-Te veo muy taciturna, Atenas… ¿No sabes
nada del egipcio?
-No lo he vuelto a ver desde el día que
aquel desconocido casi lo mata, y yo estaba de servicio en auto patrulla. Fue
una verdadera cacería, pero como nada es perfecto, se escapó el pejeperro.
-Desde ese entonces, no lo ves.
-No, no lo veo, ya me resigné. Aunque me
hice de un par de datos. No sé si serán útiles para ti.
-¿Cuáles son esos datos?
-Anoche fueron a la cárcel del condado a
levantar un cadáver, el doctor que fue acusado por violar a una enfermera del
hospital. Torrance, que fue envenenado con matarratas. Al egipcio lo acusaron
de ese crimen, y estuvo subiendo y bajando escaleras como loco por tres meses.
Como se probó que el responsable fue otro, lo dejaron libre, pero lo peor fue
que la enfermera que fue violada puso otra queja por acoso sexual.
-¿Sospechas de ella?
-No sé, hay algo que no está claro. Desapareció sin dejar rastro, y un par de
semanas después, el primer cuerpo desmembrado, atentados contra tres médicos
del mismo hospital y contra el Jefe de Asuntos Internos. Demasiadas
coincidencias para que pasen inadvertidas.
-No lo noté.
-Yo sí, y me corro a robo, si el asesino
en serie que buscamos no es un él, sino ella.
-Ariane Papandreou, resultaría imposible
de creer. A menos que ella ocultara su
verdadero yo.
-Ella fue violada y ahora debe andar con
el factor RH vengativo en alta frecuencia… De nosotras depende si la dejamos
llegar a donde quiere.
No había acabado de hablar cuando vio
llegar un auto conocido. Un Audi, marca europea de auto que algunos médicos del
hospital habían adquirido. Este era de Joe Kane, el admirador secreto de
Marelka, que cambió de color dos veces.
-Llego tu dolor de muela, Marelka.
-No es gracioso, desde que casi lo pican
en trocitos, no lo volví a ver hasta ahora. Y no sé qué rayos voy a decirle
cuando quiera que le explique por qué me rife la vida por él sin pensar.
-Al mal trago, darle prisa. Amiga, deja
que él ponga las cartas sobre la mesa y tú después descubre las tuyas. Además,
se parece mucho al que mataron. Sé que quisiste mucho al teniente Adams, pero
la vida continúa aunque no te guste.
-Lo sé, amiga. De eso ya vamos para tres años, y me parece
que fue ayer nada más. Fui a terapia, por lo mismo, supere algunas cosas, pero
no todo.
Atenas también vio bajar del mismo auto
a Karim.
—Y hablando del Rey de Roma... —observó
Marelka al egipcio. —Prepárate, amiga, tendrás que dar muchas explicaciones.
El egipcio fue al patio donde estaban
las motocicletas, allí estaba Atenas, con su cabello negro y ese estilo
característico tipo AMANDA MIGUEL en sus mejores tiempos.
—Tenemos una conversación pendiente,
oficial.
Atenas lo miró, esos ojos de gato, que
parecían ser de jade, y esa piel bronceada, que gritaba a los cuatro vientos su
ascendencia árabe argelina. El nació en Argelia, muy cerca de Túnez.
—Estoy saliendo de mi turno en la
central. Si desea, puede acompañarme doctor Deauville.
—Me pregunto, cuando me vas a tutear,
ese doctor Deauville, suena demasiado formal para mi gusto.
Los ojos del hombre delinearon su
figura. Atenas se sonrojó.
—Si no lo tuteo es por respeto. No
porque le tenga miedo, doctor. Espéreme aquí, iré a cambiarme.
Vio la figura de Atenas desaparecer tras
una puerta cercana al estacionamiento de las motocicletas.
Joe por su parte entró a la sala de
guardia para preguntar por Marelka.
—Buenas noches, oficial.
—Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarle?
—Busco a la oficial Marelka Rojas.
—Ella sale de turno dentro de quince
minutos. Si gusta, puede esperarla.
Joe se sentó en uno de los sillones de
la sala de guardia. Oficiales vestidos de azul pasaban hacia los vestidores. Y
otros entraban con maletines, para iniciar turno.
Unos minutos después, Marelka salía de
los vestidores, con un jeans negro y un suéter polo azul royal con el logo del
departamento de policía.
—Joe. No esperaba verte.
—He tenido tiempo para pensar en lo que
me dijiste cuando fuiste a verme al hospital.
Marelka, perdóname.
—¿Cree que tendría valor para volver a
pasar por el dolor de perder otra vez a alguien que me importa demasiado? Ya perdi a Alex, no quiero tambien perderlo a
usted.
Marelka se sorprendió de lo que acababa
de decir. Habia dicho lo que hasta hacia unas horas le habia dicho a sus
compañeras que nunca le diría a Joe Kane.