miércoles, 20 de noviembre de 2013

No me dejes olvidar II Parte.

CAPITULO II 

ENTRETANTO EN LOS ARCHIVOS POLICIALES, MARELKA ROJAS ENCONTRO ALGO.
        -Este puede ser nuestro posible asesino fantasma… Rebecca Langdon… tiene antecedentes de consumo de droga, arresto por prostitución clandestina, robo y agresión con arma blanca… toda una prenda.
        -Fue la mujer que identifico el vecino de Harrison… al menos ya no estamos buscando un fantasma… y esta ya atacó a una de las nuestras…
        -La que trato de matar al capitán Lancaster… y agredió a Dácil cortándole la cara… No estamos tratando con una improvisada… tal vez quiera volver por él…
        -No lo creo… ella no está dispuesta a dejar que ella termine lo que empezó... Y la verdad, no entiendo porque un hombre como él se involucró con esta… prenda.
        -Oigan, no le juzguen con tanta acritud, tal vez no le dijo en realidad quién era… hay mujeres que esconden su pasado. Por cierto, Dácil me confió que el capitán Lancaster le pidió que se casaran… y esta que se muere de miedo.
        -Y no es para menos, aunque no es un pelao veinteañero, el viejo esta que le “zumba el mango”…  con esos ojos verdes… y esa estampa… el tipo es gallo juga’o
        -Y todavía esta de comérselo en un sándwich, nada mas mírenlo en el polideportivo… cuando hace pesas o nada… tiene un cuerpazo que le daría envidia a cualquier jovenzuelo.
EN EL PRECINTO… VANCE FUE A BUSCAR A DACIL A LA PLANTA DE OPERADORAS 911.
        -Dácil, te busca el jefe.
        -Voy. –dijo la chica, quitándose el audífono. –Este hombre cuando se encapricha es más insistente que un mosquito.
        Y lo vio, como siempre, elegante, atildado, apuesto… seguro de si mismo… y los suspiros que causo cuando las chicas lo vieron… una de ellas, puertorriqueña, se acercó a Dácil.
        -No pichées, Dácil, eso es un pay… te corto las orejas si le dices que no… es la oportunidad de tu vida.
        -No creas que no lo sé… por desgracia la competencia en la calle está dura… O tomo una decisión ahora, o me faltara vida para arrepentirme.
        Y salió de la oficina… cruzando hacia el comedor.
        -¿Ya estás para salir de turno?
        -Sí… creo que ya tengo una respuesta a tu propuesta…
        -Podemos discutirlo en otra parte. –dijo sugerente. Que tal la cafetería frente al precinto… imagino que tienes clases en la Universidad más tarde.
        -Sí…
        Y tomando su cartera, porque ya había finalizado su turno como operadora, salió con él, ante la envidia de sus compañeras.
        Al llegar a la cafetería, Vance la miró tiernamente… una mirada que hizo temblar el corazón de la chica.  Esta suspiró, tenía que salir de eso ahora, si no lo hacía la tortura continuaría.
        -Anoche tuve tiempo de pensar en lo que me propusiste… y es cierto, yo estoy sola, tú también, y aun no sabemos quién es la que quiere matarte o el que quiere matarte, en caso de que sea hombre… y no pretendo quedarme esperando que culmine lo que no le dejé terminar… me tasajeó la cara, pero con gusto me dejo matar si es por salvarte.
        -¿Es eso un sí?
        -No he terminado de hablar… -dijo la chica. –Según ustedes, la chica que te salva tres veces, se queda con tu corazón.  Yo nunca tuve nada que fuera realmente mío… creo que es el momento de empezar a construir un futuro lejos de tanto dolor, de tanta soledad… de tanto rencor… Sí, qué sea lo que Dios quiera.  Si tu amor, es lo que me hace falta, estoy dispuesta a comprobar si es cierto.
        Vance sonrió… sabia que a ella le costaba un mundo darle el sí… un sí que recibía con todo el amor y la ternura que era capaz…
        -Qué me costó convencerte… cinco años y tres atentados. No tendrás queja de mí, princesa… te haré tan feliz, que no tendrás tiempo de estar triste.
        Se acercó a la chica y envolviéndola en sus brazos la beso apasionado, sin importarle quien estaba viéndolo.  En ese momento, llegaba el blindado de SWAT, de él se bajó el capitán Kyle (Steel) Lancaster, quien dirigía el grupo antiterrorismo.



        -¿No ha visto a la oficial Quirós?
        -No, después del último susto que tuve, no la he visto, y quiero hablar con ella… eso no puede quedarse así… es mi última oportunidad de enderezar el caos que es mi vida… un caos que tengo por ser tan descuidado conmigo mismo.
        -¿Te refieres a aquella mujer con la que te enredaste hace dos años, y casi pierdes la placa?
        -A ella me refiero… ni cuenta me di cuando me encamé con ella, y a la semana, quedo mudándose conmigo… luego, sacó las uñas… quise casarme y más vale que la pelea que tuvimos, por la cual casi mancho mi historial, me hizo abrir los ojos… Crismary es lo que yo necesito.
        -Bueno, la oportunidad esta frente a ti… mira, ya sale.
        En ese momento, ella salía del precinto, era operadora como su hermana Cruz, y también parte de la fiscalía. Él se acercó a la chica, que en ese momento se dirigía a tomar un taxi.
        -Hasta que por fin vuelvo a verte.
        -Comandante… yo…
        -Me has esquivado toda la semana… desde lo ocurrido hace tres semanas… No creo haberte hecho nada para que me evites.  Solo decirte que teníamos una conversación pendiente…
        -Conversación para la cual no estoy preparada… se que cometí una falta, ya que no soy parte de su equipo, pero no pueden pedirme que no auxilie a un compañero que se encuentre en peligro, aunque estuviera de día libre.  Y lo que sienta o pueda sentir por mí… esta fuera de consideración.
        -Ni pienses que voy a dejarte ir después de haberte visto. Voy a cambiarme, espérame.  Podemos ir a la cafetería del frente, hay algo importante que debo decirte, que debes saber antes de que hagas cualquier cosa que nos afecte a ambos.

         El se fue directo a los vestidores, luego de estacionar el blindado y de que bajaran sus hombres… Devon, hermano del director médico del hospital, la miró y recordó a Carla Rebeca
        -Tú como que tienes también tu lío por ahí…
        -¿Cómo sabes?
        -Por la manera como miraste a la oficial Quirós… te recuerda a la otra chica a la que casi le arrancan la cabeza por evitar que te dejaran como el que encontraron en el río.
        -No la he visto… y quiero verla… ella está sola, yo también, y hay un asesino allá fuera esperando por uno de los dos… juntos somos invencibles, separados, nos vencerán fácilmente, y además, para qué mentirme… me gusta demasiado…
        -No sigas diciendo más, que me contagias. –sonrió Caryll Kane, hermano del doctor Joe Kane III, y tercero al mando en el equipo antiterrorismo.  Yo también tristeo por una de esas chicas… pero creo que ella no…
        -No digas eso, tú te la pintas solo, al igual que tu hermano para conseguir atención femenina… y si no lo crees, por que alguna que otra te guiña el ojo y otras no quieren ni mirarte por que tu brillo le hiere los ojos.  Yo estoy más que seguro que ella te quiere, si no fuera así ¿cómo se explica que ella se enfrentara a aquella que casi te rebana… a punta de revólver?  Y el mismo día que el cortador de cabezas también fue atacado y la oficial Icaza resulto lesionada en la cara… amigo, si eso no es amor, no sé que cosa será lo que te demostró.



     
  En ese momento salía María de los Ángeles Rosales Jaén, una de las chicas que iba con Dácil el día que atacaron a Vance, junto con Carla Rebeca.
        -Tienes que salir de eso, Mary. Caryll es una tentación con pantalones y lo vas a perder por lenta.
        -No me atrevo a hablarle.  Sé que no puedo seguir así, Carla.
        Y fue en ese momento que lo vio… con su uniforme azul marino casi negro, el chaleco anti trauma y su casco. Y esos ojos iridiscentes que prometían tantas cosas… y supo que ninguna de las dos escaparía de la tan temida plática de la que hablaban hacia unos instantes.
        -Hola, María.  No creo que ahora quieras esquivarme.
        Carla sintió que Devon se le acercaba, inexorable, suspiró, antes o después, tenía que salir de aquello.
        -No vas a saludarme… ¿Carla?
        Devon era rubio, de ojos intensamente azules. Y a pesar de su mirada tranquila, en su corazón y sangre rugía un volcán.
        -Hola, Devon. No es que te esquive… tenia mucho trabajo en estos días. –Y mirando a Mariángeles, le dijo –Hasta mañana, amiga, creo que me van a dar un aventón hasta mi casa.
        Mariángeles no quería quedar sola con él, pero si no se enfrentaba antes, no podría quejarse si lo veía con otra.
        -Vamos a la cafetería que está cerca.  Así podemos conversar con mas privacidad.
        Llegaron a una cafetería donde hacían los bagels con queso y jamón mas deliciosos de la ciudad, además de ser famosos por sus donas rellenas de manzana, pera, piña y vainilla, además de hacer un chocolate caliente y unos capuccinos deliciosos.
        -¿Qué deseas tomar? Yo pago.
        -Un capuccino de vainilla y una dona de vainilla tambien.
        -¿Te parecería un bagel con queso y jamón? Debes tener hambre.
        -Esta bien.
        Al esperar por sus pedidos, Devon le tomo la mano por encima de la mesa.
        -Carla… sobre lo que pasó la semana pasada, necesito que hablemos.  Eso que hiciste me llegó al alma…
        -Era mi deber… no podía dejar a un compañero en problemas… estabas en peligro… por eso lo hice… sé que no debí por que no es mi trabajo, soy operadora de radio, administrativa, no operativa. Tuve suerte de que no me sancionaran. 
        -No creo que haya sido por deber que me hayas salvado. Carla, te lo voy a poner sencillo… tu me quieres.
        -¿Cómo das por sentado algo que ni siquiera sabes?  Yo no te he dicho nada. –dijo sorprendida ante la salida del muchacho.
        -No tienes que decirme nada, lo leo en tu mirada cuando me miras.  Carla, qué tan malo puede ser que seamos pareja sentimental… te gusto, me gustas, te quiero, me quieres… estamos solos, ¿por qué no compartir nuestra soledad y acompañarnos?
        El reto apasionado de aquellos ojos azules que la miraban fijamente exigían una respuesta de su parte, por su mente pasaron las escenas de aquella noche, donde casi le tasajean la cara como a Dácil si no hubiera rodado sobre si misma y le hubiera hecho soltar el cuchillo con un golpe en la muñeca.  Aquel cuchillo estaba en un cajón en el departamento de custodia de evidencias y pruebas.
        -¿Crees que resulte? Tenemos trabajos absorbentes que demandan nuestro tiempo… como combinar eso con una relación que implica también dedicarle tiempo… no eres el tipo de hombre que se conforme con migas.
        -Intentémoslo, Carla Rebeca. No perdemos nada con ello, he tenido tiempo de pensar lo nuestro, Eres una buena mujer, que ha luchado mucho para lograr lo que tiene.  Se que soy capaz de amarte intensamente…
        Carla recordó su pasado… un pasado lleno de luchas, dolor, soledad y todo tipo de privaciones… como tuvo que dejar su país, su familia, o lo poco que quedaba de ella… tres urnas con cenizas, un corazón lleno de dolor y un futuro incierto…
        -¿Cómo saberlo?
        -Déjame amarte. Es la única manera de demostrarte lo que siento por ti.
        Habían terminado la breve cena, y Carla decidió darle una respuesta, su vida había sido un páramo solitario desde que murió su madre, sus abuelos y su hermanita pequeña.  Por qué negarse a ser feliz junto a un hombre que tal vez no sería perfecto, pero que en el brillo de sus ojos le prometía un futuro lleno de promesas, pero también lleno de amor.
        -No tengo muchas alegrías para compensar las inmensas penas que me agobian, salí de mi país con tres urnas llenas de ceniza y el corazón en carne viva por el dolor y la soledad… no se si pueda amarte como deseas, pero estoy dispuesta a intentarlo… quizás tu amor me haga olvidar todos mis fantasmas.
        Devon sonrió… esa sonrisa suya valía más que mil palabras… se levantaron de la mesa y le puso su chaqueta alrededor de los hombros.
        -Te llevaré a casa, mi amor.
        Carla salió con él… iba silenciosa, y lagrimas tibias corrian de sus ojos, por su rostro. Habia puesto sus cartas sobre la mesa. Llegaron a la residencia donde vivía, junto con otras compañeras.
        -Aquí me quedo…Hasta mañana…
        -Eh, espera. –dijo atajándola por una mano. -¿Te despides así?
        -Devon… yo…
        Se le acercó… era muy alto, tanto que ella parecía una frágil muñequita, la envolvió entre sus brazos… y apretándola con suavidad la miró…
        -Te quiero… te quiero demasiado.
        Y sus labios cerraron tiernamente los de ella en un beso sensual, apasionado… al igual que el abrazo en que la tenia envuelta… Carla suspiró… y rodeo la espalda masculina con sus brazos.  Respondió a aquel beso como pudo, dada su inexperiencia… el levantó la cara…
        -No sabes besar. Te enseñare.
        Devon la volvió a pegar a su cuerpo… ella sintió como el cuerpo de él reaccionaba a la suavidad de ella... y como sus labios exploraban con cuidado, suavidad y sin prisa los de ella. Un beso tierno, deliciosamente sensual y tibio.

        -Aprenderás a quererme… tendré mucho, pero mucho que enseñarte… te amo, Carla… te amo.

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