CAPITULO III
ENTRETANTO…
CARYLL ESPERABA A MARIA DE LOS ANGELES.
No tardo mucho en verla… salía con un
jeans azul, un sueter polo con el escudo institucional, y el cabello recogido
en una cola de caballo. No llevaba casi
maquillaje.
-Hola, María.
-Hola, sabía que me estabas esperando…
ya se que estamos solos…
-Te llevo a tu casa, mi auto está
afuera.
María de los Ángeles lo siguió… la
semana anterior, tanto Dácil, Carla Rebeca, Marelka, y ella, dieron pelea,
tanto que el criminal tuvo que suspender su camino sangriento… pero ahora
tocaba el momento de dar explicaciones.
-Sube. –dijo señalándole el asiento del
conductor.
Subió al asiento al lado del conductor… el
auto respiraba el cuidado que le daba su dueño… era un auto casi nuevo.
-Estás muy callada… y yo, estoy
esperando una explicación a lo de hace dos semanas.
María lo miró… sí, tenía que darle una
explicación… Esos ojos iridiscentes que la observaban exigían esa explicación.
-Estábamos de guardia esa noche, nadie podía
adivinar que ese tipo estaba jugando al gato y al ratón con nosotras… si es que
es hombre, ya que no sabemos ni siquiera, de qué sexo es… cuando te atacó, no
lo pensé dos veces… a pesar de que estaba oscuro… Recordé cuando fui Casco
Alado, la época del asalto a la Comandancia, y los rescates… fue cosa de
instinto.
-¿Pretendes que me crea eso? María… hay
algo más.
-¿Qué más quieres que te diga? No hay más que decir…
-No es lo que gritan tus ojos… María…hay
algo más.
Estaba perdida… y lo sabía. Caryll
detuvo el auto… y se acercó a ella… inexorable.
-No creo que sea el momento para esto…
-Ha estado entre nosotros desde que nos
miramos por primera vez, María… admítelo.
Y la besó… no sin antes envolverla en
sus brazos… de manera que no pudiese salir de ellos. Ella vibró, sin saber cómo hacer… luego de un
largo momento… el levantó la cara.
-Deseo tu cuerpo, María. –dijo con voz
ronca. –Nunca en la vida una mujer me hizo sentir así… Quiero tenerte en mis
brazos esta noche… aunque, bien sé que me dirás que no.
-Sabes que no se puede.
-Porque lo dices tú… María… estás sola,
yo también, deberíamos unir nuestras soledades y enfrentar juntos al asesino… ¿no
crees?
ENTRETANTO,
EN EL HOSPITAL… TODO SE DESENVOLVIA CON NORMALIDAD…
Cruz estaba ordenando unos expedientes y
clasificándolos en la computadora cuando llegaba Kent.
-¿Ocupada?
-Algo. –dijo sin levantar la vista de lo
que estaba haciendo. –Estoy clasificando expedientes. –Se levantó y Kent la
contempló admirado…
-¿Por qué me miras así?
-Llevas muy bien ese uniforme, tienes un
bello cuerpo… lástima que lo cubras con un uniforme, el de aquí y el del
precinto… ¿Cómo haces para mantener esa línea?
-El ejercicio que hacemos cuando
entrenamos. Recuerda que fui Alada, y ahora soy policía… aunque ya con una
licenciatura en Leyes.
-Deberíamos salir algún día… hay algo
pendiente entre los dos, y debemos darle alguna solución…
-Sabes que no se puede, Kent, estoy de
servicio, y los días libres no tengo casi tiempo… no es que tenga miedo o que
no quiera… no tengo tiempo.
-Tenemos que enfrentar lo nuestro algún
día… y prefiero que sea ahora, antes de que ese asesino alcance a alguno de los
dos… Cruz, que no tenga que pasar por lo que está pasando Vance, que le toco
ver al amor de su vida, con una mejillla marcada… lo tuyo puede ser mucho peor.
En ese momento, llegaba Lucy, el jefe de
enfermeras… y él tuvo que irse.
-Te veré en la hora del almuerzo… esta
conversación no ha terminado.
Y se fue, después de envolverla en una
mirada inequívoca. Lucy al ver aquello… supo que algo se traían.
-Otra que cae en sus redes.
-La verdad, hace tiempo que caí en sus
redes, lo conozco desde Panamá.
-Yo, si fuera tú, aprovecho la
oportunidad, querida. –dijo mirando apreciativa a la chica que intentaba
esconder el rubor de sus mejillas. –Juega con inteligencia, cuando menos lo
esperes, lo tendrás a tus pies. Y con suerte, lo arrastrarás contigo al altar.
Eres hermosa, con clase, distinción, y una profesional, aunque sea de la
profesión que no tiene vida propia. Estas oportunidades no se dan todos los
días.
Y se alejo, con el carrito de los
medicamentos. Cruz María la miró y pensó
–Si supiera de dónde lo conozco… ay Kent Lancaster… siempre fuiste mi dolor de
cabeza.
AL
REGRESAR AL DESPACHO DEL FISCAL DE DISTRITO…
-No tienes por qué alarmarte, son gente
que conocemos… si fuera un desconocido, no diría… además todas sabemos nuestros
alcances en cuanto a físico. Eres una mujer elegante sin rebuscamientos ni
alardes.
-Nos dio una orden… no involucrarnos, si
lo hacemos, dañamos el caso y la investigación se va a pique… ahorita el piojo
nauseabundo ese, está quieto. Y mientras
lo esté, no vamos a buscar más líos… se pondrá furioso si nos involucramos, y
será ponerlos en riesgo también a ellos.
-Te asustas por gusto, Cruz. –dijo
Marelka. –Aquí llego mi hermana dando el grito al cielo, Y lo mismo Crismary que llego extrañamente
callada, al igual que Carla Rebeca. Ya Kyle, Caryll, y Devon pusieron sus
cartas sobre la mesa… y no dudo que lo haga Joe. Ornella sabe lo que está haciendo. Ella juega
con las reglas, pero no es autocrática ni tampoco impositiva…
-Y aun no sabemos si ese piojo, es
realmente piojo o es por el contrario liendre.
Y tampoco si está ligado al pasado que todas, sin excepción queremos
olvidar.
Ornella llegó, y al conocer los avances
de la investigación, dijo a su gente.
-No deploro lo que pasó… ya Horst puso
sus cartas en la mesa desde que se lo comuniqué. Necesitamos mas pistas que nos lleven a dar
con él, o con ella, según sea el caso.
Cruz, sobre lo que me contaste sobre la rivalidad de Kent con el doctor
Erlich, debes indagar más.
-El se niega a hablar de eso.
-Tienes que hacer que te hable del
asunto, sospecho que tras eso hay una chica en el medio.
-Lo intentaré, doctora, pero no le
prometo conseguir algo… él es muy especial en cuanto a sus cosas. Y no se las cuenta a todo el mundo.
-Cálmate, yo se lo que estoy haciendo.
Juego con las reglas, pero no me las salto, y bien lo sabes, necesitamos más
pistas. No te asustes, todo saldrá bien.
Le costó lo suyo, hacer de
psicóloga, Kent no era dado a hablar de
su trabajo, y menos de sus problemas dentro de él. Tenia una bien ganada fama de amargado y
negrero, pero tenia que serlo porque era jefe de residentes.
-No eres el único que te arriesgas en
esto, Kent. Yo también, aunque no confíes en la policía.
-No soy afecto a contarle a nadie los
problemas que tengo con los internos ni con mis compañeros de residencia… Nadie
me los va a resolver, excepto yo.
-Lo sé, yo también soy así y no creas
que es fácil lidiar con uniformados que creen que debes estar en tu casa
fregando platos, y no correteando delincuentes. Pero, al final, no sabes si por no decirme
lo de tu rivalidad con Erlich, puede que estés echándote la soga al cuello y
dejando que un asesino serial se escape.
La miró. Aquellos ojos negros lo
convencían… no sabía que extraña magia tenían los ojos de Cruz María, pero por
ellos, era capaz de hacer caso, él, que tenía fama de indomable.
-Está bien, la rivalidad es por asuntos
de faldas, y eso fue cuando éramos estudiantes en la escuela de medicina. Nunca
soportó que tuviera más atención femenina que él.
-Lo imagino, todavía haces que las
chicas tartamudeen cuando las miras fijamente… incluida yo, al principio,
cuando fuiste a Panamá.
-¿Lo recuerdas? –sonrió. –No puedo
creerlo.
-Como si fuera ayer, y tambien la
circunstancia en que ocurrió… Wilhemina se volvió loca con ustedes.
-Y que lo digas, para que acabara de esa
manera tan triste.
-Sí… cuéntame, ¿le quitaste la novia?
-Si… pero esa chica no me convenia a mi
tampoco… era de esas que les gusta la variedad… tú sabes.
-Kent, todavía te enredas con ellas…
-No, ahora me quiero enredar con una
“seria” pero no quiero con ella solo un enredo… quiero algo más que eso.
Los azules ojos del hombre brillaron… y
extrañamente Cruz María sintió que sus mejillas ardían de rubor… cuando nunca
se habia sentido así frente a él.
-Kent…
-No digas nada, las cosas saldrán por sí
mismas.
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