miércoles, 20 de noviembre de 2013

No me dejes olvidar II Parte.

CAPITULO II 

ENTRETANTO EN LOS ARCHIVOS POLICIALES, MARELKA ROJAS ENCONTRO ALGO.
        -Este puede ser nuestro posible asesino fantasma… Rebecca Langdon… tiene antecedentes de consumo de droga, arresto por prostitución clandestina, robo y agresión con arma blanca… toda una prenda.
        -Fue la mujer que identifico el vecino de Harrison… al menos ya no estamos buscando un fantasma… y esta ya atacó a una de las nuestras…
        -La que trato de matar al capitán Lancaster… y agredió a Dácil cortándole la cara… No estamos tratando con una improvisada… tal vez quiera volver por él…
        -No lo creo… ella no está dispuesta a dejar que ella termine lo que empezó... Y la verdad, no entiendo porque un hombre como él se involucró con esta… prenda.
        -Oigan, no le juzguen con tanta acritud, tal vez no le dijo en realidad quién era… hay mujeres que esconden su pasado. Por cierto, Dácil me confió que el capitán Lancaster le pidió que se casaran… y esta que se muere de miedo.
        -Y no es para menos, aunque no es un pelao veinteañero, el viejo esta que le “zumba el mango”…  con esos ojos verdes… y esa estampa… el tipo es gallo juga’o
        -Y todavía esta de comérselo en un sándwich, nada mas mírenlo en el polideportivo… cuando hace pesas o nada… tiene un cuerpazo que le daría envidia a cualquier jovenzuelo.
EN EL PRECINTO… VANCE FUE A BUSCAR A DACIL A LA PLANTA DE OPERADORAS 911.
        -Dácil, te busca el jefe.
        -Voy. –dijo la chica, quitándose el audífono. –Este hombre cuando se encapricha es más insistente que un mosquito.
        Y lo vio, como siempre, elegante, atildado, apuesto… seguro de si mismo… y los suspiros que causo cuando las chicas lo vieron… una de ellas, puertorriqueña, se acercó a Dácil.
        -No pichées, Dácil, eso es un pay… te corto las orejas si le dices que no… es la oportunidad de tu vida.
        -No creas que no lo sé… por desgracia la competencia en la calle está dura… O tomo una decisión ahora, o me faltara vida para arrepentirme.
        Y salió de la oficina… cruzando hacia el comedor.
        -¿Ya estás para salir de turno?
        -Sí… creo que ya tengo una respuesta a tu propuesta…
        -Podemos discutirlo en otra parte. –dijo sugerente. Que tal la cafetería frente al precinto… imagino que tienes clases en la Universidad más tarde.
        -Sí…
        Y tomando su cartera, porque ya había finalizado su turno como operadora, salió con él, ante la envidia de sus compañeras.
        Al llegar a la cafetería, Vance la miró tiernamente… una mirada que hizo temblar el corazón de la chica.  Esta suspiró, tenía que salir de eso ahora, si no lo hacía la tortura continuaría.
        -Anoche tuve tiempo de pensar en lo que me propusiste… y es cierto, yo estoy sola, tú también, y aun no sabemos quién es la que quiere matarte o el que quiere matarte, en caso de que sea hombre… y no pretendo quedarme esperando que culmine lo que no le dejé terminar… me tasajeó la cara, pero con gusto me dejo matar si es por salvarte.
        -¿Es eso un sí?
        -No he terminado de hablar… -dijo la chica. –Según ustedes, la chica que te salva tres veces, se queda con tu corazón.  Yo nunca tuve nada que fuera realmente mío… creo que es el momento de empezar a construir un futuro lejos de tanto dolor, de tanta soledad… de tanto rencor… Sí, qué sea lo que Dios quiera.  Si tu amor, es lo que me hace falta, estoy dispuesta a comprobar si es cierto.
        Vance sonrió… sabia que a ella le costaba un mundo darle el sí… un sí que recibía con todo el amor y la ternura que era capaz…
        -Qué me costó convencerte… cinco años y tres atentados. No tendrás queja de mí, princesa… te haré tan feliz, que no tendrás tiempo de estar triste.
        Se acercó a la chica y envolviéndola en sus brazos la beso apasionado, sin importarle quien estaba viéndolo.  En ese momento, llegaba el blindado de SWAT, de él se bajó el capitán Kyle (Steel) Lancaster, quien dirigía el grupo antiterrorismo.



        -¿No ha visto a la oficial Quirós?
        -No, después del último susto que tuve, no la he visto, y quiero hablar con ella… eso no puede quedarse así… es mi última oportunidad de enderezar el caos que es mi vida… un caos que tengo por ser tan descuidado conmigo mismo.
        -¿Te refieres a aquella mujer con la que te enredaste hace dos años, y casi pierdes la placa?
        -A ella me refiero… ni cuenta me di cuando me encamé con ella, y a la semana, quedo mudándose conmigo… luego, sacó las uñas… quise casarme y más vale que la pelea que tuvimos, por la cual casi mancho mi historial, me hizo abrir los ojos… Crismary es lo que yo necesito.
        -Bueno, la oportunidad esta frente a ti… mira, ya sale.
        En ese momento, ella salía del precinto, era operadora como su hermana Cruz, y también parte de la fiscalía. Él se acercó a la chica, que en ese momento se dirigía a tomar un taxi.
        -Hasta que por fin vuelvo a verte.
        -Comandante… yo…
        -Me has esquivado toda la semana… desde lo ocurrido hace tres semanas… No creo haberte hecho nada para que me evites.  Solo decirte que teníamos una conversación pendiente…
        -Conversación para la cual no estoy preparada… se que cometí una falta, ya que no soy parte de su equipo, pero no pueden pedirme que no auxilie a un compañero que se encuentre en peligro, aunque estuviera de día libre.  Y lo que sienta o pueda sentir por mí… esta fuera de consideración.
        -Ni pienses que voy a dejarte ir después de haberte visto. Voy a cambiarme, espérame.  Podemos ir a la cafetería del frente, hay algo importante que debo decirte, que debes saber antes de que hagas cualquier cosa que nos afecte a ambos.

         El se fue directo a los vestidores, luego de estacionar el blindado y de que bajaran sus hombres… Devon, hermano del director médico del hospital, la miró y recordó a Carla Rebeca
        -Tú como que tienes también tu lío por ahí…
        -¿Cómo sabes?
        -Por la manera como miraste a la oficial Quirós… te recuerda a la otra chica a la que casi le arrancan la cabeza por evitar que te dejaran como el que encontraron en el río.
        -No la he visto… y quiero verla… ella está sola, yo también, y hay un asesino allá fuera esperando por uno de los dos… juntos somos invencibles, separados, nos vencerán fácilmente, y además, para qué mentirme… me gusta demasiado…
        -No sigas diciendo más, que me contagias. –sonrió Caryll Kane, hermano del doctor Joe Kane III, y tercero al mando en el equipo antiterrorismo.  Yo también tristeo por una de esas chicas… pero creo que ella no…
        -No digas eso, tú te la pintas solo, al igual que tu hermano para conseguir atención femenina… y si no lo crees, por que alguna que otra te guiña el ojo y otras no quieren ni mirarte por que tu brillo le hiere los ojos.  Yo estoy más que seguro que ella te quiere, si no fuera así ¿cómo se explica que ella se enfrentara a aquella que casi te rebana… a punta de revólver?  Y el mismo día que el cortador de cabezas también fue atacado y la oficial Icaza resulto lesionada en la cara… amigo, si eso no es amor, no sé que cosa será lo que te demostró.



     
  En ese momento salía María de los Ángeles Rosales Jaén, una de las chicas que iba con Dácil el día que atacaron a Vance, junto con Carla Rebeca.
        -Tienes que salir de eso, Mary. Caryll es una tentación con pantalones y lo vas a perder por lenta.
        -No me atrevo a hablarle.  Sé que no puedo seguir así, Carla.
        Y fue en ese momento que lo vio… con su uniforme azul marino casi negro, el chaleco anti trauma y su casco. Y esos ojos iridiscentes que prometían tantas cosas… y supo que ninguna de las dos escaparía de la tan temida plática de la que hablaban hacia unos instantes.
        -Hola, María.  No creo que ahora quieras esquivarme.
        Carla sintió que Devon se le acercaba, inexorable, suspiró, antes o después, tenía que salir de aquello.
        -No vas a saludarme… ¿Carla?
        Devon era rubio, de ojos intensamente azules. Y a pesar de su mirada tranquila, en su corazón y sangre rugía un volcán.
        -Hola, Devon. No es que te esquive… tenia mucho trabajo en estos días. –Y mirando a Mariángeles, le dijo –Hasta mañana, amiga, creo que me van a dar un aventón hasta mi casa.
        Mariángeles no quería quedar sola con él, pero si no se enfrentaba antes, no podría quejarse si lo veía con otra.
        -Vamos a la cafetería que está cerca.  Así podemos conversar con mas privacidad.
        Llegaron a una cafetería donde hacían los bagels con queso y jamón mas deliciosos de la ciudad, además de ser famosos por sus donas rellenas de manzana, pera, piña y vainilla, además de hacer un chocolate caliente y unos capuccinos deliciosos.
        -¿Qué deseas tomar? Yo pago.
        -Un capuccino de vainilla y una dona de vainilla tambien.
        -¿Te parecería un bagel con queso y jamón? Debes tener hambre.
        -Esta bien.
        Al esperar por sus pedidos, Devon le tomo la mano por encima de la mesa.
        -Carla… sobre lo que pasó la semana pasada, necesito que hablemos.  Eso que hiciste me llegó al alma…
        -Era mi deber… no podía dejar a un compañero en problemas… estabas en peligro… por eso lo hice… sé que no debí por que no es mi trabajo, soy operadora de radio, administrativa, no operativa. Tuve suerte de que no me sancionaran. 
        -No creo que haya sido por deber que me hayas salvado. Carla, te lo voy a poner sencillo… tu me quieres.
        -¿Cómo das por sentado algo que ni siquiera sabes?  Yo no te he dicho nada. –dijo sorprendida ante la salida del muchacho.
        -No tienes que decirme nada, lo leo en tu mirada cuando me miras.  Carla, qué tan malo puede ser que seamos pareja sentimental… te gusto, me gustas, te quiero, me quieres… estamos solos, ¿por qué no compartir nuestra soledad y acompañarnos?
        El reto apasionado de aquellos ojos azules que la miraban fijamente exigían una respuesta de su parte, por su mente pasaron las escenas de aquella noche, donde casi le tasajean la cara como a Dácil si no hubiera rodado sobre si misma y le hubiera hecho soltar el cuchillo con un golpe en la muñeca.  Aquel cuchillo estaba en un cajón en el departamento de custodia de evidencias y pruebas.
        -¿Crees que resulte? Tenemos trabajos absorbentes que demandan nuestro tiempo… como combinar eso con una relación que implica también dedicarle tiempo… no eres el tipo de hombre que se conforme con migas.
        -Intentémoslo, Carla Rebeca. No perdemos nada con ello, he tenido tiempo de pensar lo nuestro, Eres una buena mujer, que ha luchado mucho para lograr lo que tiene.  Se que soy capaz de amarte intensamente…
        Carla recordó su pasado… un pasado lleno de luchas, dolor, soledad y todo tipo de privaciones… como tuvo que dejar su país, su familia, o lo poco que quedaba de ella… tres urnas con cenizas, un corazón lleno de dolor y un futuro incierto…
        -¿Cómo saberlo?
        -Déjame amarte. Es la única manera de demostrarte lo que siento por ti.
        Habían terminado la breve cena, y Carla decidió darle una respuesta, su vida había sido un páramo solitario desde que murió su madre, sus abuelos y su hermanita pequeña.  Por qué negarse a ser feliz junto a un hombre que tal vez no sería perfecto, pero que en el brillo de sus ojos le prometía un futuro lleno de promesas, pero también lleno de amor.
        -No tengo muchas alegrías para compensar las inmensas penas que me agobian, salí de mi país con tres urnas llenas de ceniza y el corazón en carne viva por el dolor y la soledad… no se si pueda amarte como deseas, pero estoy dispuesta a intentarlo… quizás tu amor me haga olvidar todos mis fantasmas.
        Devon sonrió… esa sonrisa suya valía más que mil palabras… se levantaron de la mesa y le puso su chaqueta alrededor de los hombros.
        -Te llevaré a casa, mi amor.
        Carla salió con él… iba silenciosa, y lagrimas tibias corrian de sus ojos, por su rostro. Habia puesto sus cartas sobre la mesa. Llegaron a la residencia donde vivía, junto con otras compañeras.
        -Aquí me quedo…Hasta mañana…
        -Eh, espera. –dijo atajándola por una mano. -¿Te despides así?
        -Devon… yo…
        Se le acercó… era muy alto, tanto que ella parecía una frágil muñequita, la envolvió entre sus brazos… y apretándola con suavidad la miró…
        -Te quiero… te quiero demasiado.
        Y sus labios cerraron tiernamente los de ella en un beso sensual, apasionado… al igual que el abrazo en que la tenia envuelta… Carla suspiró… y rodeo la espalda masculina con sus brazos.  Respondió a aquel beso como pudo, dada su inexperiencia… el levantó la cara…
        -No sabes besar. Te enseñare.
        Devon la volvió a pegar a su cuerpo… ella sintió como el cuerpo de él reaccionaba a la suavidad de ella... y como sus labios exploraban con cuidado, suavidad y sin prisa los de ella. Un beso tierno, deliciosamente sensual y tibio.

        -Aprenderás a quererme… tendré mucho, pero mucho que enseñarte… te amo, Carla… te amo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

No me dejes olvidar I Parte


NO ME DEJES OLVIDAR  I PARTE 

Una fría mañana de octubre, con densos nubarrones que amenazaban con caer dentro de unas horas, era el marco que encontró la detective Cruz María Quirós quien llegaba a la oficina de la Fiscal de Distrito.
Leyó con atención el reporte de criminalística sobre el último crimen cometido por una asesina serial que tenía en jaque a todo el estado de Massachusetts, desde hacía dos meses. El cadáver encontrado semi descuartizado en aquella residencia era de un hombre de unos treinta años, que era paramédico en uno de los hospitales del lugar.  Se llamaba Anthony Harrison. Lo dejaron desangrarse después de haberle cercenado sus partes sexuales, desfigurado su rostro con ácido muriático hasta hacer casi irreconocible su fisonomía… y una puñalada en pleno pecho, que abierto, carecía de corazón, porque eso fue lo último que se le extrajo al cadáver. Una verdadera carnicería.
        El macabro descubrimiento fue hecho por la Cruz Roja del Estado, institución a la que el infortunado, pertenecía en su calidad de paramédico. La vista de aquello fue tan escalofriante, que hizo voltear la cabeza a los encallecidos investigadores, incluida la propia Ornella Robles, que era la recién designada fiscal de Distrito.
        Según declaración de un vecino de la víctima, lo vio llegar la noche antes del hallazgo con una mujer rubia, de 1.65 de estatura, muy curvilínea, por que el fallecido tenía fama de ser un Don Juan Tenorio.
        -¿Recuerda a qué hora se retiró la mujer que acompañaba al occiso?
        -No estoy muy seguro de la hora en que ella se marchó, hasta que escuché los ladridos del perro del fallecido que alertaron a los vecinos. Nos encontramos con esto.
        Los peritos de criminalística encontraron sobre una mesa de centro con sobre de vidrio restos de filas de un polvo blanco, al probarlo, el investigador le señaló a la fiscal.
        -Doctora, este tipo se drogaba. Acabo de probar esto y es cocaína.
        -Grandioso, drogadicto también… Hay que detener a este asesino, antes que cobre otra víctima.  Esta clase de gente puede matar a cuatro o cinco personas en el mes, y luego detenerse por un año o más para volver de nuevo a lo mismo. Si se le intenta detener, acabará por atacar a todo aquel que trate de detenerlo, el riesgo es inminente y mortal.
        -Yo no me considero cobarde. Y mi gente tampoco. Daremos pelea frontal.
        Cruz María Quirós tenía tres años de trabajar con la fiscal Robles, tenia veintisiete años cuando pasó del Departamento de Policía de Boston al despacho legal de la jurista, luego de concluidos sus estudios de leyes, aunque seguía siendo parte del Departamento, era una de sus adjuntas al igual que su hermana Crismary, que había sido oficial antiterrorismo.
        -Doctora Quirós, la doctora Robles la solicita en su despacho.
        -Voy de inmediato.
        Ornella Robles tenía seis años de ser policía en el Departamento cuando por medio del congresista Maxwell Winthrop, la propusieron en la terna para ser Fiscal de Distrito, a pesar de ser conocida solo por su trayectoria como policía y detective, no tuvo problemas de simpatía a la hora de ser elegida Fiscal. Conocía a todas sus subalternas ya que eran compatriotas.
        -Tomen asiento, doctoras. El motivo por el cual las convoqué, es el caso de los asesinatos en serie que han preocupado a la ciudadanía… Tenemos pocas pistas, habrá que indagar y trabajar mucho, con un criminal que a todas luces no es un criminal cualquiera.  
        Fue pasando las imágenes que tomaron los detectives de criminalística. Unas imágenes tan crudas y sangrientas, que a las detectives hizo volver la cara.
        -El departamento de homicidios, ha estado en este caso por meses sin obtener mayores resultados, este criminal es inteligente, sangriento, despiadado y con una seria enfermedad mental. Cinco casos en el mes, y todos, profesionales de la salud, tres no han tenido suerte, y dos de ellos, están en el hospital, malheridos, pero vivos. Y hay cuatro testigos potenciales que pueden conducir a la captura del asesino. –dijo la fiscal. –Desde este momento tendremos gente de la fiscalía encubierta en el Hospital St James.
        -¿Quiénes irán?
        -Tú eres mi mano derecha, Cruz María, irás al frente del grupo con Dácil Danerys Icaza, Dixiana Durán, Marelka Vásquez Trejos, Carla Robles, Atenas Rojas, serán las infiltradas, ya Crismary tiene suficiente con lo que le tocó…El jefe del equipo antiterrorismo fue atacado por un misterioso atacante, que puede hasta ser el asesino serial que estamos intentando cazar.
        -Hay que entrevistarse con el director del hospital. De eso se encargará el jefe de Asuntos Internos del Departamento, porque aunque sean mis adjuntas en el despacho, aun son parte del Departamento de Policía.
        -Puede ser que no le agrade, y menos después de lo que le pasó, recuerda que él fue la primera víctima de ese asesino, si no paso nada fatal fue porque estaba de turno y me metí a salvarle…
        -Si, y por eso te cortaron la cara.
        -Son gajes del oficio… ya mañana sale del hospital, la verdad temo que me diga algo sobre lo que pasó… ya saben cómo es él.
        -Dácil, ese hombre está impresionado contigo desde lo de Panamá, recuerda que fue tu asignación… ya deja de darle esquinazo.


EN EL HOSPITAL, EL CAPITAN VANCE LANCASTER SE PREPARABA PARA SALIR. YA HABIA FIRMADO EL ALTA, Y ESPERABA QUE DACIL LO FUESE A BUSCAR.
        -¿Cuándo llegará?  -se preguntaba mirando impaciente su reloj. –Siempre es puntual.
        Un instante después, una chica de unos veintinueve años llegaba al hospital, tenían que ser sumamente observadores, para ver que la chica tenía una marca en la mejilla… marca que haría que su situación cambiara radicalmente.
        -Buenas tardes, la habitación del capitán Lancaster.
        -La tercera al fondo del pasillo.
        -Gracias.
        Dácil iba con un nudo en el estómago. Desde el día que la hirieron ella lo esquivaba, ahora tenía que enfrentar la verdad de lo ocurrido aquella horrible noche.
        -Listo para volver a casa, capitán.
        Vance estaba apenas poniéndose la camisa cuando la chica entró… Dácil sintió un peso en las corvas, cuando lo vio… aun que ya no era un chico veinteañero, todavía tenía buen cuerpo… sobre todo con el ejercicio que hacia… Un sonrojo que puso rosas en las mejillas de la chica… y coloreo un poco la cicatriz que más que eso era una simple rayita en la mejilla.
        -¿Cuándo me vas a tutear, Dácil?  -le preguntó aun sin abrocharse la camisa. –Las cosas entre nosotros han cambiado mucho, para que no me tutees.
        -Si no lo hago, es por respeto, capitán. No estamos en privado.
        -Aquí no hay nadie más que tú y yo. –y se acercó, inexorable. –Tenemos una conversación pendiente, no he olvidado lo de esa noche. Tenemos que hablar.
        -Capitán… no me haga las cosas más difíciles.
        El se acercó… Dácil tembló… ese hombre la hacía trastabillar emocionalmente… sintió sus brazos rodear su cintura…
        -Tres veces me has salvado la vida… ¿quieres que te las recuerde? No has olvidado, Dácil, lo sé.
        Dácil levantó la mirada y se reflejo en unos ojos verdes con reflejos azules… que le paralizaron por dentro… sus labios se fundieron suavemente en los de ella… un beso lento, dado con toda la experiencia que un hombre de casi cuarenta años puede tener…
        -Dácil… te quiero. Tú estás sola, yo también, ¿Por qué no unir nuestras soledades?
        Las palabras del hombre la estremecieron… la propuesta que estaba esperando desde que lo conoció en Panamá, cuando fue integrante de Reacción Inmediata… Allá fueron dos las veces que le salvó, al llegar al país, que intentaron secuestrarle, la segunda el día 8 de mayo, dos días después de las elecciones generales, y la tercera, que fue la de hacía dos semanas… No, tres veces ya era demasiado.
        -¿Me está proponiendo…?
        -Sí, sé que no soy el marido perfecto, que paso más tiempo en la oficina que en mi casa, pero ya me cansé de estar solo, de que la que se me acerque solo vaya por el cargo, el dinero que gano y las deferencias y atenciones que puedan venir aparejadas por solo el hecho de ser mi pareja…  Lo ocurrido en Panamá hizo que te mirara con otros ojos… y con esto, me decidí… Casémonos, ambos estamos solos, compartamos nuestras soledades…
        Era difícil ignorar el reto de aquellos ojos verdes y lo sabia…una decisión que cambiaria una vida entera.
        -Déjeme pensarlo.  No puedo responder ahora. ¿Nos vamos?
        Vance se terminó de abrochar la camisa. Y salieron del hospital… tenerla cerca de por sí, le alteraba los sentidos… quería abrazarla, besarla… y muchas cosas más… y sabia que si se lo proponía podía lograr de ella cuanto quisiera.
        Dácil condujo el auto. Mientras él la miraba recordando las cosas ocurridas en Panamá, comparándolas con las que estaban pasando en ese momento.
        -Irán al hospital donde trabaja Kent.
        -Sí. Tu hermano menor está entre los posibles objetivos de la misma que casi te rebana la masculinidad… ya lleva ocho personas muertas, con el mismo patrón, y no pensamos darle más oportunidad para que haga más daño.
        -Yo me salvé por que estabas ahí, aunque quisiera haber sido yo el que sufriera esa cortada en la cara.
        -Lo sé, no me acompleja.  Son marcas de guerra… no se es buen policía sin algunas de ellas.
        La mirada del hombre acaricio todos los rincones de la figura de la chica…deteniéndose en los puntos que más la hacían sonrojar. Busto, piernas, muslos… y trasero, cuando se bajó del auto…
        -Me siento incómoda cuando me mira de esa manera.
        -¿Te molesta que te mire con deseo?  Podrás tener una cicatriz en la cara, pero todo lo demás está bien puesto donde debe.  Y me gusta lo que estoy viendo…
        -Vance.
        -Piensa en lo que te propuse, es la única solución para este problema… además, yo sé que me quieres… tus ojos no saben mentir.  Y no puedo evitar pensar que…
        -No lo digas…
        -No es nada malo… me gustaría mucho verte con ropa íntima sexy… -sonrío con picardía.  Y tenerte para mí toda una noche…
        Dácil se sonrojó violentamente… recordó sin querer a Logan, su antiguo jefe en la compañía petrolera, antes de que las regresaran a Panamá.  Se dio cuenta del repentino oscurecimiento de esos ojos verdes…
        -Debo irme, me esperan.
        -¿Pensarás en lo que te dije?
        -Ya veremos. –dijo la chica azorada y aun ruborizada. 
EN EL ST JAMES HOSPITAL… ORNELLA TENIA UNA ENTREVISTA CON EL DIRECTOR DR. HORST LINDSAY.
        -Supongo que no hay más remedio que aceptar que estén mezcladas con el personal de planta.
        -Son órdenes del gobernador.  Preferí hablar contigo primero, para que estés al tanto.  En la lista de posibles blancos hay varios médicos de tu hospital, entre esos, el hermano menor de los hermanos Lancaster, que forman parte del Departamento de Policía.
        -Ah, Kent… el Don Juan Tenorio del hospital.  No solo nos causa dolores de cabeza, sino que ahora está en la mira de ese asesino…
        -Sin contar con los otros doctores,  hay varios que encajan en esa descripción, porque también sospechamos que tiene que ver algo con lo de Panamá.  Y de eso no te salvas tampoco.
        -Yo no soy un Don Juan, como él, por algunos elementos míos podría meter las manos en el fuego. Pero si están en la mira de ese asesino fantasma, al menos debo alertar y que tomen las medidas necesarias… y que sepan quienes están mezcladas entre las enfermeras.
        -Nos presentarás con el jefe.
        -Si.
        Lucy Andros, atendió a las chicas, incluyendo a la fiscal, que también iba a actuar encubierta en el piso de la Dirección Médica. Cruz María vio de lejos a Kent, que había sido atacado por el asesino fantasma hacia algunos días, en el estacionamiento, y gracias a los conocimientos de artes marciales del joven galeno, el asesino huyó sin hacerle daño. 
        -Igual de sexy como lo recordaba de lo de Panamá.
        -Y esos ojazos…



        El hombre del que hablaban, era un verdadero regalo para los ojos,  1.85 de masculinidad y personalidad arrolladora, dueño de unos ojos azul acero, y una sonrisa que hacia sonrojar a la más valiente.
        -No creo que me haya olvidado.
        -Enfréntate, recuerda que él es la mano derecha del director…
        Lucy, que ya estaba informada del asunto, le dijo con brevedad lo que pasaba en el hospital. 
        -Esta joven se encargara de tu seguridad. Cruz María Quirós.
        -Un gusto conocerte… -dijo, estrechando cálidamente su mano, en la que deslizó un papelito.
        -Igual, doctor Lancaster, me han hablado muy bien de usted.
        -Son solo rumores. –sonrió el galeno, que sabía quién le hablaba, y la tomó suavemente del brazo. –Lucy, discúlpanos, tenemos que hablar algo en privado…

        Y se la llevo hacia una esquina… del pasillo ante la mirada atónita de la enfermera.