sábado, 28 de diciembre de 2013

NO ME DEJES OLVIDAR. III Parte

CAPITULO III
ENTRETANTO… CARYLL ESPERABA A MARIA DE LOS ANGELES.
        No tardo mucho en verla… salía con un jeans azul, un sueter polo con el escudo institucional, y el cabello recogido en una cola de caballo.  No llevaba casi maquillaje.
        -Hola, María.
        -Hola, sabía que me estabas esperando… ya se que estamos solos…
        -Te llevo a tu casa, mi auto está afuera.
        María de los Ángeles lo siguió… la semana anterior, tanto Dácil, Carla Rebeca, Marelka, y ella, dieron pelea, tanto que el criminal tuvo que suspender su camino sangriento… pero ahora tocaba el momento de dar explicaciones.
        -Sube. –dijo señalándole el asiento del conductor.
        Subió al asiento al lado del conductor… el auto respiraba el cuidado que le daba su dueño… era un auto casi nuevo.
        -Estás muy callada… y yo, estoy esperando una explicación a lo de hace dos semanas.
        María lo miró… sí, tenía que darle una explicación… Esos ojos iridiscentes que la observaban exigían esa explicación.
        -Estábamos de guardia esa noche, nadie podía adivinar que ese tipo estaba jugando al gato y al ratón con nosotras… si es que es hombre, ya que no sabemos ni siquiera, de qué sexo es… cuando te atacó, no lo pensé dos veces… a pesar de que estaba oscuro… Recordé cuando fui Casco Alado, la época del asalto a la Comandancia, y los rescates… fue cosa de instinto.
        -¿Pretendes que me crea eso? María… hay algo más.
        -¿Qué más quieres que te diga?  No hay más que decir…
        -No es lo que gritan tus ojos… María…hay algo más.
        Estaba perdida… y lo sabía. Caryll detuvo el auto… y se acercó a ella… inexorable.
        -No creo que sea el momento para esto…
        -Ha estado entre nosotros desde que nos miramos por primera vez, María… admítelo.
        Y la besó… no sin antes envolverla en sus brazos… de manera que no pudiese salir de ellos.  Ella vibró, sin saber cómo hacer… luego de un largo momento… el levantó la cara.
        -Deseo tu cuerpo, María. –dijo con voz ronca. –Nunca en la vida una mujer me hizo sentir así… Quiero tenerte en mis brazos esta noche… aunque, bien sé que me dirás que no.
        -Sabes que no se puede.
        -Porque lo dices tú… María… estás sola, yo también, deberíamos unir nuestras soledades y enfrentar juntos al asesino… ¿no crees?
ENTRETANTO, EN EL HOSPITAL… TODO SE DESENVOLVIA CON NORMALIDAD…
        Cruz estaba ordenando unos expedientes y clasificándolos en la computadora cuando llegaba Kent.
        -¿Ocupada?
        -Algo. –dijo sin levantar la vista de lo que estaba haciendo. –Estoy clasificando expedientes. –Se levantó y Kent la contempló admirado…
        -¿Por qué me miras así?
        -Llevas muy bien ese uniforme, tienes un bello cuerpo… lástima que lo cubras con un uniforme, el de aquí y el del precinto… ¿Cómo haces para mantener esa línea?
        -El ejercicio que hacemos cuando entrenamos. Recuerda que fui Alada, y ahora soy policía… aunque ya con una licenciatura en Leyes. 
        -Deberíamos salir algún día… hay algo pendiente entre los dos, y debemos darle alguna solución…
        -Sabes que no se puede, Kent, estoy de servicio, y los días libres no tengo casi tiempo… no es que tenga miedo o que no quiera… no tengo tiempo.
        -Tenemos que enfrentar lo nuestro algún día… y prefiero que sea ahora, antes de que ese asesino alcance a alguno de los dos… Cruz, que no tenga que pasar por lo que está pasando Vance, que le toco ver al amor de su vida, con una mejillla marcada… lo tuyo puede ser mucho peor.
        En ese momento, llegaba Lucy, el jefe de enfermeras… y él tuvo que irse.
        -Te veré en la hora del almuerzo… esta conversación no ha terminado.
        Y se fue, después de envolverla en una mirada inequívoca. Lucy al ver aquello… supo que algo se traían.
        -Otra que cae en sus redes.
        -La verdad, hace tiempo que caí en sus redes, lo conozco desde Panamá.
        -Yo, si fuera tú, aprovecho la oportunidad, querida. –dijo mirando apreciativa a la chica que intentaba esconder el rubor de sus mejillas. –Juega con inteligencia, cuando menos lo esperes, lo tendrás a tus pies. Y con suerte, lo arrastrarás contigo al altar. Eres hermosa, con clase, distinción, y una profesional, aunque sea de la profesión que no tiene vida propia. Estas oportunidades no se dan todos los días.
        Y se alejo, con el carrito de los medicamentos.  Cruz María la miró y pensó –Si supiera de dónde lo conozco… ay Kent Lancaster… siempre fuiste mi dolor de cabeza.
AL REGRESAR AL DESPACHO DEL FISCAL DE DISTRITO…
        -No tienes por qué alarmarte, son gente que conocemos… si fuera un desconocido, no diría… además todas sabemos nuestros alcances en cuanto a físico. Eres una mujer elegante sin rebuscamientos ni alardes.
        -Nos dio una orden… no involucrarnos, si lo hacemos, dañamos el caso y la investigación se va a pique… ahorita el piojo nauseabundo ese, está quieto.  Y mientras lo esté, no vamos a buscar más líos… se pondrá furioso si nos involucramos, y será ponerlos en riesgo también a ellos.
        -Te asustas por gusto, Cruz. –dijo Marelka. –Aquí llego mi hermana dando el grito al cielo,  Y lo mismo Crismary que llego extrañamente callada, al igual que Carla Rebeca. Ya Kyle, Caryll, y Devon pusieron sus cartas sobre la mesa… y no dudo que lo haga Joe.  Ornella sabe lo que está haciendo. Ella juega con las reglas, pero no es autocrática ni tampoco impositiva…
        -Y aun no sabemos si ese piojo, es realmente piojo o es por el contrario liendre.  Y tampoco si está ligado al pasado que todas, sin excepción queremos olvidar.
        Ornella llegó, y al conocer los avances de la investigación, dijo a su gente.
        -No deploro lo que pasó… ya Horst puso sus cartas en la mesa desde que se lo comuniqué.  Necesitamos mas pistas que nos lleven a dar con él, o con ella, según sea el caso.  Cruz, sobre lo que me contaste sobre la rivalidad de Kent con el doctor Erlich, debes indagar más.
        -El se niega a hablar de eso.
        -Tienes que hacer que te hable del asunto, sospecho que tras eso hay una chica en el medio.
        -Lo intentaré, doctora, pero no le prometo conseguir algo… él es muy especial en cuanto a sus cosas.  Y no se las cuenta a todo el mundo.
        -Cálmate, yo se lo que estoy haciendo. Juego con las reglas, pero no me las salto, y bien lo sabes, necesitamos más pistas.  No te asustes, todo saldrá bien.
        Le costó lo suyo, hacer de psicóloga,  Kent no era dado a hablar de su trabajo, y menos de sus problemas dentro de él.  Tenia una bien ganada fama de amargado y negrero, pero tenia que serlo porque era jefe de residentes.
        -No eres el único que te arriesgas en esto, Kent. Yo también, aunque no confíes en la policía.
        -No soy afecto a contarle a nadie los problemas que tengo con los internos ni con mis compañeros de residencia… Nadie me los va a resolver, excepto yo.
        -Lo sé, yo también soy así y no creas que es fácil lidiar con uniformados que creen que debes estar en tu casa fregando platos, y no correteando delincuentes.   Pero, al final, no sabes si por no decirme lo de tu rivalidad con Erlich, puede que estés echándote la soga al cuello y dejando que un asesino serial se escape.
        La miró. Aquellos ojos negros lo convencían… no sabía que extraña magia tenían los ojos de Cruz María, pero por ellos, era capaz de hacer caso, él, que tenía fama de indomable.
        -Está bien, la rivalidad es por asuntos de faldas, y eso fue cuando éramos estudiantes en la escuela de medicina. Nunca soportó que tuviera más atención femenina que él. 
        -Lo imagino, todavía haces que las chicas tartamudeen cuando las miras fijamente… incluida yo, al principio, cuando fuiste a Panamá.
        -¿Lo recuerdas? –sonrió. –No puedo creerlo.
        -Como si fuera ayer, y tambien la circunstancia en que ocurrió… Wilhemina se volvió loca con ustedes.
        -Y que lo digas, para que acabara de esa manera tan triste.
        -Sí… cuéntame, ¿le quitaste la novia?
        -Si… pero esa chica no me convenia a mi tampoco… era de esas que les gusta la variedad… tú sabes.
        -Kent, todavía te enredas con ellas…
        -No, ahora me quiero enredar con una “seria” pero no quiero con ella solo un enredo… quiero algo más que eso.
        Los azules ojos del hombre brillaron… y extrañamente Cruz María sintió que sus mejillas ardían de rubor… cuando nunca se habia sentido así frente a él.
        -Kent…

        -No digas nada, las cosas saldrán por sí mismas.

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