Eran
las diez de la noche, Marina Cleary estaba saliendo ya de su trabajo como
operadora 911, en el Precinto de Policía de la calle 9 en Nueva York, su esposo
estaba en el piso numero tres de aquel precinto en el Departamento de
Homicidios.
Ella, recién llegada de Panamá,
después de la Invasión, había encontrado pronto su destino, en la persona de Jack
Cleary. Recordaba como lo conoció, una tarde que los compañeros organizaron una
salida al cine… era callado, sumamente varonil, apuesto, pero también muy tímido.
La amistad se fue dando, hasta que una mala jugada del destino, casi lo lleva a
prisión.
Tenían apenas seis meses de casados,
y no se arrepentía de haberlo aceptado, era un buen hombre, a pesar de ser tan
introvertido… muy tierno en los momentos de intimidad… que eran constantes… era
el más dulce de los amantes…
Su mente se remontó a tres meses
atrás cuando apenas tenían tres meses de casados, el trabajaba como detective
privado merced a una mala jugada del destino, que hizo que le quitaran la placa y su arma… era
un caso difícil en que todo, lo señalaba… y no había quien creyese en él… Solo
ella… quien no se quedó de brazos cruzados.
TRES MESES
ANTES:
-No puedo creer lo que estoy
escuchando…
-Es cierto, princesa, aquel triste
asunto, revivió. Cuando creí que todo estaba olvidado…
-Nunca quisiste contarme nada de ese
caso, Jack, soy tu esposa, jure amarte en la riqueza y la pobreza, en la salud
y en la enfermedad… haya sido como haya sido lo nuestro…
Jack la miró… era un hombre de unos
treinta y siete años, de cabello castaño, piel bronceada y ojos color miel, de
mirar inteligente, tenia quince años de
pertenecer a la fuerza policial, un record envidiable. En ese momento recordaba
que hacia un par de años, había estado bajo la lupa de ASUNTOS INTERNOS, por
causa de un allanamiento a un depósito donde se incautaron varios kilos de
droga. Se hablo de corrupción y pagos a
policías para que avisaran a los narcotraficantes donde estaba la mercancía… y
aunque había salido libre de toda sospecha, sabía que iban tras él.
-Lo sé, cariño, es que no quiero
verte involucrada en problemas que son solo míos. Pero, si te empeñas en saber
detalles carnales de este asunto, te lo contaré… Hace un tiempo estábamos
detrás de un narcotraficante que se dedicaba a formar pandillas en los barrios
de los suburbios, tu sabes, esa gente pobre que no tiene más que para lo
diario, si lo tiene y que muchas veces se acuesta sin comer, que no tienen dinero
para enviar a sus hijos al colegio y que son pasto muchas veces de seres sin
alma que los corrompen y los llevan por el sendero del crimen. Me asignaron a mí y a otro compañero a ese
caso, un grupo de chicos asaltaron un supermercado a mano armada, se dio un
intercambio de disparos y yo, defendiendo mi vida y la de mi compañero, le disparé
a uno de ellos con tan mala suerte que lo maté. El arma que llevaba el muchacho, a pesar de
que la vi, y que encontraron los casquillos, nunca apareció.
-Y por eso te acusaron de asesinato…
-Sí. Princesa, el muchacho aun
estaba con vida cuando lo llevaron al hospital, pero… en la ambulancia
falleció… Ahora quieren revivir nuevamente ese triste asunto… No sé que hacer.
-No renuncies, yo se que tienes
muchos enemigos dentro de la fuerza por tu manera de hacer las cosas, y sé que
al casarte conmigo, te criticaron mucho mas, primero porque soy una
desconocida y segundo porque fui CASCO
ALADO… hay gente que desgraciadamente no nos ve como heroínas… y que no le
caemos bien a muchos… pero yo quisiera verlos en las situaciones que estuvimos
nosotras, seguro no sabrían qué hacer…
-Se tu historia, y estoy orgulloso
de la mujer con la que me casé… -sonrió acariciando la mejilla de la
chica- Te hiciste cargo de la enfermedad
de tu madre, cuando tu padre la abandonó, hasta el momento en que murió…
viniste a Nueva York con una maleta con pocos haberes, una cartera con varios
cheques grandes y muchas ganas de salir adelante… además de una carta de
recomendación para el precinto donde nos conocimos… eras operadora 911… -suspiró- Capturaste mi atención apenas te vi en el
parquecito donde estacionamos los patrullas… y me decidí a conquistarte, aunque
estabas algo distante…
-Lo recuerdas muy bien, querido. –
dijo ella mirándolo- En esos momentos,
estaba de luto por mamá y por mis abuelos… No tenía ganas de tener un novio… tenía
otras cosas en mi mente…. Había ingresado a la Universidad, y quería tener un título
universitario para poder ascender… el amor no era una prioridad en mi vida en
ese momento… pero el destino decidió otra cosa.
Me asignaron a tu departamento como secretaria mecanógrafa… junto con
otra compañera… y así fueron dándose las cosas entre nosotros… hasta el día que
te hirieron. Fue en ese momento que se cayó
la venda de mis ojos y me di cuenta que te quería… pero como decírtelo, no era
fácil decirle algo así a un detective que todas las mujeres deseaban… yo tal
vez era la última en la fila. No deseaba
sufrir por un hombre que tal vez tendría novia oficial o tal vez esposa.
-De modo que mi princesita pensaba
que yo era casado- sonrió- Con razón
estabas tan distante… mi mala fama… de enredarme con mujeres inconvenientes…
hasta que apareciste…
-Las chicas me empujaron para que
fuera a verte al hospital, hasta se aseguraron de que estuvieras en habitación
privada… aun recuerdo el beso que me diste… luego, nuestra boda por lo civil…
por que la Iglesia todavía espera un poco…
-No será mucho lo que tendrás que
esperar… no me arrepiento de esos meses vividos entre tú y yo… intensos,
sensuales, apasionados… tal como me gustan.
-Has sido mi maestro en todo, y
sacado de mí, cosas que no sabía que tenía… y cada día te quiero más.
La beso suavemente en los labios…
era el compañero soñado… muchas la miraban con envidia cuando los veían salir
de la oficina, pero, no le importaba…
-Déjame ayudarte… sé que puedo
hacerlo… aunque sientas que no debes involucrarme… soy tu esposa y creo que
puedo ayudar más que estorbar.
-Eso sería exponerte, mi amor… y no
quiero… quien sabe que puedan hacer estos para hacerme doblar las manos… y
puede ser por medio tuyo.
-Déjame demostrar mis capacidades, sé
que tengo madera para esto… jure compartir contigo todo, desde la enfermedad y
la pobreza hasta los problemas más grandes…
-Esta bien, amor, me has convencido…
veremos qué puedes hacer.
El caso en cuestión era en un barrio
latino, en ese lugar había un marcado rechazo para los que no eran de la raza,
durante la guerra los de la Guardia Nacional protagonizaron un incidente
violento y la Policía tuvo que recoger los cadáveres…
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