sábado, 26 de octubre de 2013

EL VALOR DEL CARIÑO... I Parte

Eran las diez de la noche, Marina Cleary estaba saliendo ya de su trabajo como operadora 911, en el Precinto de Policía de la calle 9 en Nueva York, su esposo estaba en el piso numero tres de aquel precinto en el Departamento de Homicidios.
            Ella, recién llegada de Panamá, después de la Invasión, había encontrado pronto su destino, en la persona de Jack Cleary. Recordaba como lo conoció, una tarde que los compañeros organizaron una salida al cine… era callado, sumamente varonil, apuesto, pero también muy tímido. La amistad se fue dando, hasta que una mala jugada del destino, casi lo lleva a prisión.
            Tenían apenas seis meses de casados, y no se arrepentía de haberlo aceptado, era un buen hombre, a pesar de ser tan introvertido… muy tierno en los momentos de intimidad… que eran constantes… era el más dulce de los amantes…

            Su mente se remontó a tres meses atrás cuando apenas tenían tres meses de casados, el trabajaba como detective privado merced a una mala jugada del destino, que  hizo que le quitaran la placa y su arma… era un caso difícil en que todo, lo señalaba… y no había quien creyese en él… Solo ella… quien no se quedó de brazos cruzados.



TRES MESES ANTES:

            -No puedo creer lo que estoy escuchando…
            -Es cierto, princesa, aquel triste asunto, revivió. Cuando creí que todo estaba olvidado…
            -Nunca quisiste contarme nada de ese caso, Jack, soy tu esposa, jure amarte en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad… haya sido como haya sido lo nuestro…
            Jack la miró… era un hombre de unos treinta y siete años, de cabello castaño, piel bronceada y ojos color miel, de mirar inteligente,  tenia quince años de pertenecer a la fuerza policial, un record envidiable. En ese momento recordaba que hacia un par de años, había estado bajo la lupa de ASUNTOS INTERNOS, por causa de un allanamiento a un depósito donde se incautaron varios kilos de droga.  Se hablo de corrupción y pagos a policías para que avisaran a los narcotraficantes donde estaba la mercancía… y aunque había salido libre de toda sospecha, sabía que iban tras él.
            -Lo sé, cariño, es que no quiero verte involucrada en problemas que son solo míos. Pero, si te empeñas en saber detalles carnales de este asunto, te lo contaré… Hace un tiempo estábamos detrás de un narcotraficante que se dedicaba a formar pandillas en los barrios de los suburbios, tu sabes, esa gente pobre que no tiene más que para lo diario, si lo tiene y que muchas veces se acuesta sin comer, que no tienen dinero para enviar a sus hijos al colegio y que son pasto muchas veces de seres sin alma que los corrompen y los llevan por el sendero del crimen.  Me asignaron a mí y a otro compañero a ese caso, un grupo de chicos asaltaron un supermercado a mano armada, se dio un intercambio de disparos y yo, defendiendo mi vida y la de mi compañero, le disparé a uno de ellos con tan mala suerte que lo maté.  El arma que llevaba el muchacho, a pesar de que la vi, y que encontraron los casquillos, nunca apareció. 
            -Y por eso te acusaron de asesinato…
            -Sí. Princesa, el muchacho aun estaba con vida cuando lo llevaron al hospital, pero… en la ambulancia falleció… Ahora quieren revivir nuevamente ese triste asunto… No sé que hacer.
            -No renuncies, yo se que tienes muchos enemigos dentro de la fuerza por tu manera de hacer las cosas, y sé que al casarte conmigo, te criticaron mucho mas, primero porque soy una desconocida  y segundo porque fui CASCO ALADO… hay gente que desgraciadamente no nos ve como heroínas… y que no le caemos bien a muchos… pero yo quisiera verlos en las situaciones que estuvimos nosotras, seguro no sabrían qué hacer…
            -Se tu historia, y estoy orgulloso de la mujer con la que me casé… -sonrió acariciando la mejilla de la chica-  Te hiciste cargo de la enfermedad de tu madre, cuando tu padre la abandonó, hasta el momento en que murió… viniste a Nueva York con una maleta con pocos haberes, una cartera con varios cheques grandes y muchas ganas de salir adelante… además de una carta de recomendación para el precinto donde nos conocimos… eras operadora 911… -suspiró-  Capturaste mi atención apenas te vi en el parquecito donde estacionamos los patrullas… y me decidí a conquistarte, aunque estabas algo distante…
            -Lo recuerdas muy bien, querido. – dijo ella mirándolo-  En esos momentos, estaba de luto por mamá y por mis abuelos… No tenía ganas de tener un novio… tenía otras cosas en mi mente…. Había ingresado a la Universidad, y quería tener un título universitario para poder ascender… el amor no era una prioridad en mi vida en ese momento… pero el destino decidió otra cosa.  Me asignaron a tu departamento como secretaria mecanógrafa… junto con otra compañera… y así fueron dándose las cosas entre nosotros… hasta el día que te hirieron.  Fue en ese momento que se cayó la venda de mis ojos y me di cuenta que te quería… pero como decírtelo, no era fácil decirle algo así a un detective que todas las mujeres deseaban… yo tal vez era la última en la fila.  No deseaba sufrir por un hombre que tal vez tendría novia oficial o tal vez esposa.
            -De modo que mi princesita pensaba que yo era casado- sonrió-  Con razón estabas tan distante… mi mala fama… de enredarme con mujeres inconvenientes… hasta que apareciste…
            -Las chicas me empujaron para que fuera a verte al hospital, hasta se aseguraron de que estuvieras en habitación privada… aun recuerdo el beso que me diste… luego, nuestra boda por lo civil… por que la Iglesia todavía espera un poco…
            -No será mucho lo que tendrás que esperar… no me arrepiento de esos meses vividos entre tú y yo… intensos, sensuales, apasionados… tal como me gustan.
            -Has sido mi maestro en todo, y sacado de mí, cosas que no sabía que tenía… y cada día te quiero más.
            La beso suavemente en los labios… era el compañero soñado… muchas la miraban con envidia cuando los veían salir de la oficina, pero, no le importaba…
            -Déjame ayudarte… sé que puedo hacerlo… aunque sientas que no debes involucrarme… soy tu esposa y creo que puedo ayudar más que estorbar.
            -Eso sería exponerte, mi amor… y no quiero… quien sabe que puedan hacer estos para hacerme doblar las manos… y puede ser por medio tuyo.
            -Déjame demostrar mis capacidades, sé que tengo madera para esto… jure compartir contigo todo, desde la enfermedad y la pobreza hasta los problemas más grandes…
            -Esta bien, amor, me has convencido… veremos qué puedes hacer.
            El caso en cuestión era en un barrio latino, en ese lugar había un marcado rechazo para los que no eran de la raza, durante la guerra los de la Guardia Nacional protagonizaron un incidente violento y la Policía tuvo que recoger los cadáveres… 

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