lunes, 28 de octubre de 2013

Mi nombre es NEMESIS.

      



 Las tres de la mañana, las sirenas de las patrullas se oían a lo lejos, la detective Inés María Peralta había llegado con su grupo de criminalística al lote donde se encontró el cuerpo masacrado.
        -Es el tercero en el mes.
        -Inés… este caso es para ti y para tu gente.  ¿Te importaría encargarte de esto?
        -No. Ya estoy acostumbrada. ¿Hay alguien más en la lista de posibles blancos de atentados?
        -Un joven doctor puertorriqueño, que estuvo en lo de su país hace cinco años… le dice algo este nombre ¿Álvaro Gammett?
        -Sí, para mi desdicha, lo conozco. –dijo la sargento levantándose y cerrando la bolsa que contenía lo que quedaba del infortunado… estuvo en lo de Causa Justa y yo era parte de Reacción Inmediata… una causa que nada tuvo de justa, porque muchos tuvimos que dejar todo atrás y empezar de cero… como yo… en fin…
        -Ha recibido llamadas anónimas, correos amenazantes, en fin, pero nunca se han atrevido a secuestrarle… No se han podido rastrear.
        -Mañana iré a su clínica, no tengo arrugas que esconder, pero si me hará bien recordar viejos y locos tiempos.
AL DIA SIGUIENTE…
        La secretaria se sorprendió al verla, la sargento no parecía tener problemas con su rostro ni con su físico, era la típica latina considerada por los gringos, bomba sexual, pero ella lo desmentía con vestidos sobrios y de colores pasteles, que acentuaban lo que ella celosamente intentaba esconder.
        -Buenos días, señorita.
        -Muy buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?
        -Busco al doctor Álvaro Alejandro Gammett…
        -¿Tiene cita?- preguntó la chica buscando el libro de registros.
        -No, pero es una visita oficial. –dijo mostrando su cartera con la identificación de la policía. –Soy el sargento Inés María Peralta, del precinto 27, Distrito 38 Hialeah.  Necesito hacerle un par de preguntas.
        -Inmediatamente, sargento. –Dijo la chica intimidada, ante la presencia de la detective. –Espéreme aquí.
        La chica entró al consultorio, pálida, y se acerco al escritorio del hombre.
        -Doctor, lo busca el sargento Inés Peralta, del Departamento de Policía de Miami… ¿La hago pasar?
        Al escuchar el nombre de la mujer que nunca se había apartado de su pensamiento…Inés… la mujer que le salvo la vida aquella horrible noche en la Comandancia de las Fuerzas de Defensa… Cinco años… sin saber qué había sido de ella y ahora la vida… los volvía a poner frente a frente…
        -Hazla pasar… Gracias, Lilia.
        Unos instantes, después entraba la mujer que no se había ido de su pensamiento, desde aquella horrible noche… la noche en que su vida y su corazón le pertenecieron a ella, por entero… a pesar de que entre ellos nunca hubo intimidad… cinco largos años no habían borrado su rostro ni su figura de su pensamiento.  Tuvo amoríos, serios algunos, otros no tanto, pero nunca pensó en casarse con nadie, porque ese puesto solo lo ocuparía ella… ella y nadie más.
        -Ha pasado mucho tiempo… Inés.
        El que así le hablaba, era el doctor Álvaro Alejandro Gammett, cirujano puertorriqueño de unos treinta años, bronceado, buen mozo, y dueño de unos ojos ámbar cuyo mirar hacia que las muchachas bajaran la vista… la chica tenia veintisiete años, cabello castaño y ojos marrones… menuda de estatura.
        -Mucho tiempo… desde aquella noche… aquella noche en que todo lo perdí. –dijo recordando lo ocurrido luego del rescate, el incendio de la casa condenada donde muriera su familia, ante la risa de los batalloneros que la cercaban…y de los cuales se defendió a punta de balas y cuchillazos sajando gargantas y atravesando pechos de donde arrancaba corazones… la sangría que baño su uniforme gris…
        -¿Qué te trae por estos rumbos? Sospecho que no es visita social para recordar viejos tiempos, menos para retomar algo que nunca se olvidó del todo, al menos por mi parte.
        -La ola de crímenes sangrientos que se han dado en las últimas semanas… tu nombre está en la lista.
        -Lo sé, desde hace dos semanas estoy recibiendo esto. –Le mostró un sobre con varios correos electrónicos amenazantes. –La verdad, al principio lo tomé a broma, hasta que me mandaron esto. –Le mostro uno que tenia las fotos del descuartizado recién encontrado por la policía. –dice que el próximo seré yo… y hasta con lo primero que empezarán.
        Al leer aquello, Inés sintió un escalofrío… tal vez detrás de esto estaría el responsable de la muerte de su familia… aun recordaba los cadáveres achicharrados de su madre, abuelos y de sus hermanos menores… incluso de la bebé que nació hacia unos meses antes de la Invasión…
        -Tenemos que detenerlo antes de que llegue a ti. Se está pasando, y yo no voy a darle paso para que siga llenando de sangre las calles.
        La palidez del rostro de la chica, le dio a entender que algo de esas graficas tocó el corazón de la escamada policía.  Intentando aligerar la atmosfera, que se había vuelto pesada…
        -Imagino que tienes que interrogarme sobre esto… por qué no vamos a almorzar a alguna parte, y hablamos de esto. Son casi las doce, me muero de hambre.
        -No hay problemas…
        Salieron a un restaurante cercano… Inés se proponía llegar hasta el final… no era justo que mataran todos los veinte de cada mes.  Y tenía que detener al que estuviera detrás de estas muertes tan horribles y sin razón.
        -¿Desde cuándo te está pasando esto?
        -Yo tengo más de un mes en  este lio… al principio no quise darle importancia… pero al ver que varios amigos que participaron en aquello,  sufrieron “accidentes fatales” empecé a preocuparme, lo último, atrajo la atención de la policía, por fortuna.  Yo estoy preparado… recuerda que fui SEAL. –dijo mostrándole una nueve milímetros.
        -¿Tienes permiso para portar esto?
        -Sí.  Tengo también conmigo mi Kalash… por si cualquier cosa… Se cuidarme, Inés.
        -Discrepo contigo al respecto.  Yo fui de Reacción Inmediata, y no pretendo quedarme mano sobre mano, mientras ese pillo se ríe en nuestras propias narices… me temo que si halo del hilo lo suficiente, descubro quien estuvo detrás del incendio que mató a mi familia.
        -¿Qué piensas hacer?
        -Conseguir autorización judicial para poner micrófonos en los teléfonos de tu casa y de tu consultorio… rastrearemos las llamadas… No voy a darle paso, si puedo impedirlo.
        DIAS DESPUES…
        Los peritos de criminalística, colocaban los micrófonos dentro de la casa del doctor.
        -Listo, ellos ni se imaginan que los vamos a rastrear.
        -No estaría tan segura, Martell.
        -¿Por qué, sargento?
        -Porque esta gente siempre se adelanta a los acontecimientos… están quietos, saben que no nos hemos descuidado. Las calles hierven de policías…
        -Intentarán acercarse a él…
        -Es posible, si lo hacen los estaremos esperando…
        -Tengo el último informe forense… sargento. –dijo la oficial Rebeca Mansilla.
        -¿Qué hay?
        -Las huellas son de una persona que tiene problemas hepáticos serios… las huellas no se aprecian bien por las ampollas.
        -Ya es algo, Miami es grande, y no van a esconderse toda la vida… No pueden habérselos tragado la tierra.
        Durante seis semanas, no hubo avance alguno, el caso se estaba estancando, Inés se estaba desesperando, aunque Álvaro tenía excusas para ir a verla constantemente, una tarde…
        -Parece ser que tenemos una lista de posibles sospechosos, tarea de paciencia, pero creo que tenemos ya menos que buscar.
        -Vamos.
        En la computadora, fueron desfilando uno a uno todos los sospechosos…
        -No hay antecedentes…No puede ser que todos estén limpios. –dijo con frustración Inés, que sentía que el caso se le estaba escapando de las manos.
        -Con algo tenemos que dar, jefa, no se dé por vencida… usted no es así… Siempre fue una mujer que va detrás de su presa así tenga que ir al cielo y regresar.
        -Este maricón es mas resbaloso que una guabina… pero le he de atrapar,  a eso ponle la firma.
        Una patrulla que estaba en ronda nocturna, sorprendió a unos sospechosos, rondando ceca de la casa del Doctor Gammett, inmediatamente fueron conminados…
        -¡Alto, policía!
        La respuesta fue una lluvia de balas, pero las oficiales que estaban de patrulla no eran precisamente malas tiradoras, y se llevaron a uno… el otro murió achicharrado dentro del auto…
        -Qué mala suerte…
        -Por lo menos, tenemos identificados a los dos gaznápiros que vinieron a hacer su fiesta de sangre con el doc… -dijo una de las oficiales, entregándole una cartera a la sargento Peralta.
        -Luis Franco… y Alberto Pérez Yángüez.  Nadie que tenga que ver con el fantasma de mí pasado… que estoy esperando…
        -Mire esto, sargento…
        Una foto raída… era su padrastro… y ahora se daba a conocer…
        -Es el cabecilla, le llaman el “Carabalí”.
        -Llévense a la morgue esta pila de estiércol… apestan. –Dijo la chica, con gesto de desprecio a los cadáveres que se llevaban en bolsas… -Solo verlos me dan ganas de vomitar.
        -De inmediato.
        -Aun no superas eso… -dijo el Capitán Segal, que era el encargado del precinto.
        -No, la manera como murió mi familia, no me deja vivir… no olvido los gritos de mis hermanos y el llanto del bebé que recién había nacido hacia tres meses cuando aquello pasó… Tengo que cobrar las lágrimas que he derramado desde ese día, me culpo por no haber podido salvarlos cuando debí.
        -No te flageles por eso… no tenías idea de lo que iba a hacer ese tipo con tu madre y tus familiares… Tienes una carrera, amigos, y tal vez, alguien que realmente te quiere…
        -Álvaro.
        -Sí, no he hablado con él, pero estimo que debes escucharlo y darle la oportunidad de que te diga cómo andan sus sentimientos… No esperes a que sea demasiado tarde… Inés, eres una mujer bella y harías feliz a cualquier hombre… No te entierres emocionalmente… por favor.
        Álvaro, guapo, rico, con futuro, era uno de los cirujanos plásticos más prestigioso, después de los mimados de Palm Beach, que también estaban en la lista…
        -Oigo…
        -Tenemos la marca del arma que estaba entre los hierros del carro quemado… es una Beretta calibre 45, el numero es A474924
        -Arizona… fue adquirida allá…
        -Sí… Ya sé que mi padrastro está detrás de esta cosa, pero le voy a dar una sorpresa… creo que ya se quien será su próximo blanco… pero no lo voy a dejar consumar su fechoría… ha llegado el momento de convertirme en NEMESIS.
        Inés regresó a la casa, sabía que el intruso estaría por allí, y vio a Álvaro con un batín azul puesto, era lógico que estuviera así a las once de la noche… sorprendido al ver a la detective, supo que el tipo seguía rondando la casa.
        -No se ha ido…vuelve a tu habitación, yo monto guardia…
        -Inés… Puede matarte.
        -Haz lo que te digo, recuerda que allá lo que te dije, te salvo la vida…
        Y no se equivocaba… allí estaba, esperando el momento de entrar cuando se fueran las patrullas… con tan mala suerte que… al intentar ingresar, las que estaban afuera vigilando… dieron cuenta de él… se escucharon dos disparos.
        -¡Bang! ¡Bang!
        -¿Qué fue eso?
        -Iré a ver, no salgas… creo que se me adelantaron…
        Y así fue… una de las oficiales vio a un hombre intentando ingresar a la propiedad y le disparó… matándolo instantáneamente…  Le quitó el pasamontañas al cuerpo que se hallaba tendido en el suelo con dos boquetes en el pecho y abdomen. Era su padrastro.
        -Lo sabia… él no se había ido… regresó cuando creyó que todo mundo se iba… Buen trabajo, Inés, una vez más gana su intuición. Bien hecho… NEMESIS….
        Inés se sentó en el borde de la acera… sentía la boca seca y la adrenalina haciendo estragos en sus mortificados nervios…
        -Una vez más… me salvas la vida… Inés… como te pago eso… como un SEAL le paga a una heroína el salvarle… cómo.
        -Creo que el capitán Segal tiene razón… Nos debemos una oportunidad… es hora de enterrar el ayer… Hora de retomar lo que nunca pudo concluirse.
        Las patrullas se iban y la ambulancia del forense se llevaba el cadáver del terrorista…

        -Ya no podrás volver a enturbiar mi vida… estoy libre de tu presencia, fantasma. –dijo cerrando la bolsa que contenía el cadáver del asesino y regresó a la casa… regresó  a la vida… que había vuelto a conquistar.

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