sábado, 26 de octubre de 2013

Una mujer sin par.


Otro día en el hospital… la enfermera Gisela Figueroa, como siempre laboraba en la recepción cuando llego un hombre con muletas, quejándose de un esguince en un pie… nada extraordinario, si hubiera sido algo rutinario, pero ambos eran agentes encubiertos, que investigaba un caso de varios pacientes adinerados que habían entrado por diversas enfermedades, y habían quedado recluídos en el pabellón psiquiátrico de aquel hospital… para luego morir en circunstancias harto sospechosas…
         Unos instantes después, el hombre salió sin muletas, pero al hacerle un examen de rutina, este acabo en una lucha para someterlo… al ver que lo inyectaban, ella le preguntó a su compañera.
         -¿Qué pasó con él?
         -Nada, Gisela…el tipo está loco…
         -Pero, si él entró por un esguince de tobillo… no por problemas psiquiátricos, además no parece…
         -No te busques líos con la administración, recuerda que solo tienes dos semanas en el puesto, si te ven husmeando, te echarán sin derecho a pago.
         Gisela miró a su compañera, pero en su pensamiento, se formó una imagen. –Si supieras realmente quien soy, no estarías tan fresca como una lechuga. –pensó.
         Y averiguó quien era el hombre que se habian llevado para el pabellón de psiquiatría.
         -Vincent Cardella.
         -Me parece conocida esa cara… y su nombre también…
         -Ten cuidado, Gisela, ellos no saben quiénes somos, y en qué estamos… puede ser un peje gordo de la mafia, y si es asi, mejor ni te metas… puedes salir quemada.
         -No me parece mafioso… parece más un agente del FBI, o uno de la fiscalía de distrito que maleante pagado por la mafia.
         -Esos así, son los que más engañan…
         -Ya veremos, al salir, iré a informática o a la sección de archivo para ver si es quien afirma.
         Cuando salio del hospital, fue a la dirección de informática para averiguar quién era el misterioso loco nuevo.
         -Vincenzo Cardella Jr.  Me parece que este nombre es conocido.. tanto para los nuestros como para otros.
         -Gracias, Kimberly.
         -De nada, amiga,  ¿para qué necesitas la información?
         -Es el tercer individuo que le hacen un examen en el hospital, luego de un rato, lo declaran loco, y lo meten en una celda aislada… No me extrañaría que intentaran hacer lo mismo que hicieron con los demás…
         UN RATO DESPUES…
         -Chica, tengo noticias… el susodicho es un peje gordo.  Es agente del FBI. De las fuerzas especiales contra el crimen organizado…
         -¡Virgen santa!  Esto va a echar por tierra meses de trabajo.
         -Su jefe es Gerald Mc Pike… y no anda solo, hay como tres mas metidos en el mismo lío.
         -O sea que pueden quedar los tres metidos en problemas…y no hay suficientes de las nuestras para en caso de que las cosas se salgan de control, rescatar al que más esté en riesgo.
         -eso sin contar que estamos interfiriendo en su trabajo… Gisela, no te expongas innecesariamente.
         -No lo haré… esto ya se pasó de rosca. El tiene que saber que todos no estamos en su contra…
         -Recuerda a tus hijas…
         -No son mis hijas, son mis sobrinas… se que debo pensar en ellas, pero no me sentiría bien si dejo esto así.
         Se las arregló para entrar al pabellón psiquiátrico… Estaba sedado, estaba ojeroso, pero era sumamente apuesto… como todo ítalo descendiente… cabello muy negro, sedoso y rostro sumamente varonil y atractivo…
         -Lo sacaré de aquí, agente. –dijo –No se cómo, ni cuando, pero de que lo saco de ésta, lo saco… no todos aquí estamos en su contra…
         Y salió de la habitación del hombre… y se introdujo en el consultorio del Doctor Coleman.
         -Veremos que hay aquí, tiene que haber algo sobre él…
         Leyó el expediente, psicológicamente violento, y otras cosas nada agradables.
         -Casi esquizofrénico…¿Quién tendría interés en que lo encerraran y declararan loco? 
         Fotocopió todo, lo guardó en un sobre, y salió del consultorio… y se fue a ver a Kimberly, la encargada del archivo criminal.
         -¡Cómo te hiciste de esto!  No quiero pensar lo que hará la gente de él cuando sepa que estamos interfiriendo… Nos vas a buscar un lío.
         -Necesito localizar al jefe de éste… o no doy un céntimo por su vida, si sigue sin que le vengan a rescatar. Y nos meteremos en un problema con su gente, si no intervenimos.
         -Estuviste en el consultorio del doctor Coleman…
         -Ya se como murieron los otros… a este le piensan inyectar lo mismo… Pentotal sódico.
         -¿Estás segura? 
         -Segura como que lo vi… eso se lo ponen a los condenados a muerte…
         Su compañera en el hospital, que también era policía infiltrada, marcó el numero de la seccional del FBI en ese Estado… no podían  correr el riesgo de que muriera, y les echaran la culpa.
ESA TARDE, EN EL EDIFICIO DEL FBI.
         Jerry Mc Pike estaba inquieto, el examen médico de Vincent no aparecía, y él tampoco, solo le decían que lo tenían en aislamiento y que no se le podia visitar… por eso encontró extraño que dos policías lo visitaran en su oficina.
         -Soy la sargento Ángeles Ferrer y mi compañera es la oficial Gisela Figueroa. Tenemos algo que comunicarle sobre el agente Cardella.
         -No aparece el examen que le hicieron en el hospital… y lo tienen en aislamiento… dicen que lo que tiene es contagioso, pero no me dan más información…  
         -Una pregunta, agente Mc Pike… ¿Su compañero tiene algun problema de índole mental o emocional que usted sepa?
         -No, siempre ha sido muy centrado, un poco temerario y arriesgado, pero en este oficio, quién no lo es… ¿Por qué me pregunta eso, sargento Ferrer?
         -Estamos investigando una serie de muertes extrañas en ese hospital… gente de dinero y con recursos… han muerto extrañamente, luego de ingresar por cosas simples, como un esguince de tobillo o un malestar estomacal… y unos testamentos donde dejan todo a ese hospital… tenemos varios meses de estar tras la pista del director y de otros empleados de esa clínica…
         -El agente Cardella tiene enemigos….
         -Muchos, en esta división contra el crimen organizado, eso es lo que más se cosecha… no debería extrañarle…
         -Hay cuatro posibles blancos, entre estos su agente, inspector Mc Pike, se que esto es cosa de ustedes, pero están en nuestra jurisdicción, y es asunto de nuestra competencia… le guste o no.
         -Esta bien… ya que es vuestro caso, exijo saber quiénes son… y al menos, de que nacionalidad.
         -Yo soy norteamericana, pero tengo ascendencia venezolana… y mi contraparte es panameña en el exilio.
         Mc Pike se dio un golpe en el muslo.  El que fuera panameña en el exilio, le daba a entender que era una mujer que no era tímida para encarar un riesgo…
         -Respeto su opinión, sargento, pero preferiría que la oficial Figueroa no interviniera, son gente que no se cuida, se lanza al peligro sin importarle nada, tenemos gente de su país en el FBI, y sabemos cómo son…
         -Yo confío en Gisela, ella no es imprudente, si lo hubiera sido, jamás le hubiese confiado una operación encubierta, yo entiendo sus temores y sus aprehensiones, pero no tiene que preocuparse…
         -¿Podemos hablar a solas un momento?
         -Claro.  Te espero afuera, Gisela.
         Cuando quedaron solos Gisela le contó como hicieron para entrar en el hospital.
         -Era testigo del fiscal de distrito, lo que disparó nuestras alarmas… fue la manera como murió, sin ese testigo, el caso se cerraba, como efectivamente pasó…fue cuando determinaron que debía haber un policía encubierto… se la mala fama que tenemos, pero yo tengo a tres personas por quien desvelarme, y las que quedarían desamparadas si me pasara algo a mí.  Mis hijas.
         -¿Es usted casada?
         -Una larga historia que no tengo tiempo de contarle… si les falto, será para que queden dando tumbos por la vida, y no quiero, se lo prometí a la madre de ellas, que las cuidaría… y velaría por que no les faltara nada, por eso soy policía…
         -Tiene un enemigo, Grant Farley, era de los nuestros hasta que supimos que trabajaba para los dos lados.
         -Deme carta blanca para actuar, no le defraudaré…
         -Está bien, agente Figueroa.
AL DIA SIGUIENTE…
         Gisela entró al consultorio, afuera estaba el auto de la policía… que fue avisado por si cualquier novedad, y también gente del FBI.
         -Jamás se sabrá cómo murió Cardella… una excelente venganza… igual que los otros…pagará con su vida el haberme sacado de circulación…
         Con aquella confesión grabada, Gisela avisó a los de afuera…
         -Ya confesaron y grabé…pueden entrar.
         Mc Pike junto con efectivos policiales, entraron en la clínica con orden de allanamiento,
         -¡Esto es inaudito! –Dijo el doctor Coleman  -Los demandaré.
         -Si yo fuera usted, no estaría tan seguro, doctor. –Dijo una voz fina detrás de él, que se volvió para encontrarse con una nueve milímetros en manos de una jovencita con uniforme de enfermera –Oficial Gisela Figueroa, Distrito 35, precinto 9 , Estado de Washington. Enfrenta una acusación por homicidio múltiple.
         Mc Pike se dirigió a la habitación de Vincent… que estaba amarrado a la cama.
         -Ya era hora de que aparecieras… me consignaron como loco furioso y me pusieron camisa de fuerza… todo por una pierna lastimada.
         -Estuviste cerca de que te mataran…pero, no sé cómo lo haces, siempre logras que una linda chica se la rife por ti.
         -Una linda… No entiendo.
         -Lo sabrás después… sal, estás libre.
         Y no solo estaba libre, sino que le ajustó las cuentas al que lo encerró.
         -Ahora, Jerry me vas a explicar qué es eso de que una linda chica se la rifó por mí….
         En ese momento reparó en Gisela, que llevaba uniforme de enfermera, se había quitado la cofia.
         -Permíteme presentarte a la oficial Gisela Figueroa, policía de Washington, estaba trabajando encubierta… por ella estás vivo.
         -Pero…cómo supo que yo…
         -Estábamos en esto desde hace meses, un testigo de la fiscalía en un caso de alto perfil contra delincuentes internacionales, murió de manera extraña al ingresar a esta clínica por una cirugía menor… como el caso se vino abajo, nos avocamos a investigar… por lo menos salvamos a cuatro pacientes, incluido usted… lo iban a eliminar hoy, pero yo me metí, y no me arrepiento de haberlo hecho.
         Vincent miró a la chica,  casi veintinueve años, bonita, como todas las mujeres latinas… unos ojos negros de mirar dulce, aterciopelado, acariciante… y un rostro inocente…la verdad, ese momento bastó para quedar encadenado a esos ojos de dulce y triste mirar.
         -¿Cómo agradecerle? Le debo la vida…
         -No se preocupe, cumplía con mi deber, para eso me pagan.
         -¿La volveré a ver?  No quiero que nos despidamos así.
         Gisela pensó inmediatamente en sus hijas… ellas necesitaban un padre que las guiara, formara y educara… sola, era difícil, pero no imposible. Y la verdad, lo que la impulso fue el no querer permitir que un tipo tan interesante y atractivo tuviera un fin tan triste.
         -Estoy en el precinto nueve, distrito treinta y cinco… asignada a homicidios. Puede pasar a visitarme cuando quiera.

         -No lo olvidaré. –dijo con una abierta y sensual sonrisa que hizo temblar el corazón de la chica.  En el vacío que había sido su vida desde antes de encargarse de sus hijas, no había cabida para el amor, sin embargo ahora éste tocaba a su puerta… un rayo de luz se deslizaba en su niebla emocional… ahora podría pensar en el amor… no como en algo lejano e irreal… sino como una dulce e inefable realidad.

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